Tienes la peor de las
misiones. Tu trabajo es el más odiado, nadie quisiera tenerlo.
Te mueves lento y
caminas encorvada arrastrando tu manto con esa pesada guadaña al hombro.
Nadie ha visto tu
rostro y queda vivo para contarlo, y solo dejas extender tu mano acariciando lo
que se te plazca para acabar con ello de una sola vez.
Delante de ti está la
vida, colorida y feliz, y a tu espalda está el llanto y el lamento, en un
escenario gris de oscuros momentos.
Le arrebatas a los
niños la inocencia y fulminas de un golpe el corazón de los enamorados. Dejas empleos abandonados, casas solas y destruyes hogares.
Con tu llegada se
estremece la naturaleza y los frutos dejan de ser codiciados.
No distingues entre
poderosos o humildes; entre animales o minerales, entre vivos y muertos. Tu
misión es degradar todo lo que tocas y en tu paso firme se siente el frío de tu
presencia.
Das terror al
arrogante y abrazas al desesperado. Sin mediar palabra cumples tu misión
arrebatando el cuerpo de las almas y dejándolas desnudas.
Todo lo que nace, todo
lo creado se enfrentará a ti, en ese momento todos te conoceremos, y sabremos
que al ver tu rostro, tu, la muerte, nos terminaras llevando.
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