martes, 31 de mayo de 2016

La joven, el anciano y la nube

El anciano subió a lo más alto de la montaña y entre llantos y deseos recordó a su amada. Gritó y soltó su pena al viento. Aún pudo escuchar cómo su eco se desvanecía en la distancia. Fue hasta ese día que encontró reposo.

Esa pena viajó en el aire y fue absorbida por una nube blanca, de esas esponjosas que se dejan ver en los cielos de noviembre. La nube, al recibir tanto llanto y dolor se entristeció y gris deambuló por los cielos hasta que un día de mayo no pudo más. Lloró desconsolada hasta quedar seca y blanca de nuevo.

El llanto copioso de la nube cayó sobre la ciudad y empapó todo a su alrededor, incluyendo aquel tejado donde la joven lloraba por un amor perdido. Ella aún no puede explicarlo, pero esa lluvia que limpio su llanto y le dio reposo, también le hizo entender que hay personas que sufren aún más por amor.

domingo, 29 de mayo de 2016

El hombre sabio y la muerte

El hombre sabio entendió que cuando alguien muere, debe ser enterrado de pie y con los brazos extendidos. Así, con dignidad se le devuelve a Gaia lo que a ella le pertenece. Agradecida por la ofrenda, devolverá abundantes frutos que regocijaran a los que la aman.

El hombre sabio y el auto

El hombre sabio vio como un auto que pasaba junto a él, dejó caer desperdicios que con el viento, se esparcieron a su alrededor. Él entendió que a veces, las latas de cuatro ruedas asfixian el cerebro de los que ahí habitan y les vuelve estúpidos.

Diosa razón

Flotaba en el firmamento: Un vestido blanco dejaba ver sus pequeños pechos que juntos danzaban en la paz del silencio; hermosa, libre, sin restricciones, sin cadenas, compasiva. La diosa razón escuchó su lamento, que fundido dentro de un calor abrazador suplicaba la muerte. Como debía ser, se apiadó de él y le habló. Sus palabras acariciaron sus oídos y se fundieron en su mente “tú no tienes brazos, no tienes piernas, no tienes torso: Eres un alma libre que brilla junto a las estrellas”. Y entonces se liberó.

martes, 24 de mayo de 2016

Aquel semáforo

Paró en el semáforo y vio aquella mujer con sus dos hijos: Ella, como de ocho años, sucia pero muy bonita. Él, un niño como de cinco años, mal cuidado, pero con la felicidad que caracteriza a todo niño que aún no se percata de lo duro que es la vida.

Fortuitamente llegó nuevamente a aquel semáforo. Vio llorar a aquella niña, ahora un poco mayor, sentada en la banqueta. Con una mano trataba de ocultar su sollozo rostro, y con la otra, trataba de cubrir sus piernas con lo que quedaba de ese diminuto vestido que traía puesto. A su lado, su madre le reclamaba por algo que no logró escuchar. El niño ya no jugaba en la esquina. Estaba parado viendo la escena.

Pasaron muchos inviernos hasta que volvió a parar en ese semáforo. Vio a la madre sentada en la banqueta, parecía borracha o drogada. A su lado un adolescente la cuidaba con desconsuelo. A la distancia estaba la chica con ese atuendo que invitaba a comprarla. Mascaba un cicle y se mecía coqueta en el poste que sostenía el semáforo.

Ayer pasó nuevamente por aquel semáforo, pero ya nadie estaba en la esquina.

La decisión del vagabundo

En una calle húmeda por la lluvia de ayer, intentaba dormir un vagabundo. Del otro lado de la calle vivía Pedro y Juan, en unas cómodas viviendas.

Un lunes, Pedro vio al vagabundo y se apiadó de él. Tomó pan, los frijoles que aún estaban calientes en la sartén, preparó un plato, un vaso con agua y llamó al vagabundo para cenar. El vagabundo se satisfizo de aquella cena. Pedro lo invitó para que el día viernes a las 21:00 horas llegara por otro plato de comida.

El día martes, Juan vio al vagabundo y también se apiadó de él. Fue a la cocina y preparó un bistec con papas, lo puso en un plato junto con un vaso con agua  y llamó al vagabundo para cenar. “Puedes comer todas las papas que quieras, pero no debes tocar el bistec” le dijo. El vagabundo, a pesar que deseaba probar ese trozo de carne, accedió con agradecimiento, comió las papas, tomó el agua y se fue. Juan también lo invitó para que retornara el día viernes a las 21:00 horas por otro plato de comida.

Con ansias el vagabundo esperó que llegara el día viernes y cuando así fue, se paró frente a las dos casas ¿a cuál casa debía tocar, en que casa debía cenar?

lunes, 23 de mayo de 2016

Sin tristeza ni remordimiento

Lo pensó muy bien. Todo estaba muy bien planificado, hasta el último detalle fue concebido con destreza.

La citó.

Se encontraron y pacientemente esperó a que ella cometiera su error, si, ese que él sabía perfectamente que iba a cometer. Cuando al fin ella lo hizo, el aprovechó el momento y la mató.

Con frialdad y tranquilidad salió y cerró la puerta de aquel lugar y caminó un momento hasta que cayó preso en su propio corazón.

Pasaría preso un año y medio.

Al cumplir su condena salió a caminar y en la esquina la vio sonriente al lado de un desconocido. 

No sintió tristeza ni remordimiento.

Pasó al lado de ellos sin que se percataran de su presencia y mientras encendía un cigarro se sintió satisfecho de haber matado esa relación que por tanto tiempo agotó su mente y le dejó preso en su propio corazón.


Vio hacia al frente y sonrió. 







jueves, 19 de mayo de 2016

Don galleta

Llegó a su casa defraudado y caris bajo.  Su esposa le preguntó qué sucedía y él estalló en llanto confesándole que había perdido su empleo. Ella lo abandonó.

Sin trabajo, sin esposa y con cuatro hijos que alimentar se adentró a conseguir dinero a toda costa. Vendió libros, ollas, ropa, perfumes y bisutería.

Con alegría vio progresar a cada uno de sus hijos hasta que emprendieron el vuelo y él quedó solo de nuevo.

Despertó en la emergencia del hospital y preguntó por la papelería de los seguros que estaba vendiendo. Pero pronto eso quedó en segundo plano cuando le dieron la noticia que debía ser operado de ese tumor que tenía en el cerebro.

Gastó todo lo que tenía en tratamientos, pero aun así no conseguía completar los costos de la operación. Pronto se quedaría en la ruina.

De la caridad consiguió unos paquetes de galletas y a pesar del hambre salió a venderlas a la calle. Nadie le compraría.

Pasó a una gasolinera y pidió agua y se peinó para lucir mejor y vender sus galletas. Pasaría varios años en ese lugar vendiendo galletas.

Un día, me percaté que no estaba en su lugar, hacía falta que se acercara a mi vehículo sonriente a vender sus galletas. Pregunté a los despachadores, pero tenían meses de no saber nada de él.


Hoy, estas líneas son para usted don Galleta. Espero que sus penas hayan terminado. 

Libertad

Deja libre a tu prójimo, solo entonces, podrás pedir libertad.

sábado, 14 de mayo de 2016

No cabes en mis planes

No pidió nada, pero ella intuyendo, se le adelantó ordenando dos tazas de café y dos panecillos. Mientras le miraba con firmeza, él no se atrevía a levantar la cabeza ¿Qué le diría, qué haría al cruzar las miradas?

Ella tomó su taza y revolvió el azúcar en el café. Él seguía en esa actitud de niño castigado. Terminó de revolver el café, dio varios sorbos para comprobar que la temperatura fuera la indicada y bebió con religiosidad.

Dejando la taza dijo con voz calma: -No vamos a estar toda la tarde sin hablar, hay que decir algo. Él levantó tímidamente la mirada y al fin pudo ver sus ojos. Eran hermosos. Acercó la taza de café para no quedarse con las manos vacías y tembloroso quiso endulzar la amargura.

- No sé por dónde comenzar; Tanto que decir, tanto reproche, tanta falta. Tanto error.
Ella seguía bebiendo su café mientras le miraba y él seguía balbuceando palabras sin sentido, sin aterrizar en nada concreto.

Ella vio el reloj y para agilizar las cosas le interrumpió colocando su mano sobre la de él.
- No hay más que decir. Las cosas fueron como sucedieron y lo que sintamos ahora el uno por el otro ya no puede ser cambiado.

El calló.

- No tienes que pedir disculpas, lo que hiciste fue una decisión que tomaste en su momento y te fuiste. Tenías que vivir, tenías que hacer tu vida y en ese momento yo te estorbaba. Está bien, hiciste lo que creíste correcto.

- Yo para ese momento no sabía lo que pasaba, es un vago recuerdo el verte por última vez borracho y hablando de cómo yo no cabía en tus planes. Querías irte y yo no podía ir contigo. No me querías a tu lado. Por eso le agradezco a padre que te haya dicho que cuidaría de mí mientras tú hacías lo tuyo.
Recuerdo haberlo escuchado hablando con madre y decirle “no va regresar, hay que hacernos cargo de la niña”

- Sabes, madre y padre me cuidaron, y bien. Jamás dijeron una palabra, ni siquiera te mencionaron. Te soy sincera, yo tampoco te volví a mencionar, ellos ahora eran mis padres. Ellos me querían y yo a ellos. Mis cumpleaños, mi graduación, la celebración de mi primer ascenso. Allí estuvieron ellos.

- Te olvidé.

- Si bien es cierto, al principio tuve miedo, después te odié, pero al cabo de los años aprendí a perdonarte. Así que no tienes que seguir hablando. Todo quedó en el pasado.

El la veía con asombro y sus ojos se llenaron de lágrimas. Abrió la boca para decir unas últimas palabras, casi como un susurro. Pero ella viéndole y sonriendo le volvió a interrumpir.

- No, no digas nada, ya lo sé. Ten, te traje este dinero, me imagino que te va a servir. Ni te preocupes en decir nada, es un regalo,  no tienes que prometer que me lo devolverás.
-Solo te pido un favor: No vuelvas a buscarme, tengo  muchas cosas que hacer y no puedo atenderte más, ahora, tú no cabes en mis planes.

Pagó la cuenta y salió de aquel lugar con paso firme, sin darle un beso, sin tocarlo siquiera. De camino a su oficina soltó una lágrima pero inmediatamente sonrió sintiendo la paz que no había logrado tener en casi treinta años.

Entre cánticos y vinos

Salió y se adentró en los helados bosques, en una noche sin luna. Cerró los ojos y a favor del viento lanzó un deseo y un beso. Del otro lado del mundo, entre cánticos y vinos ella sintió una caricia en el viento cálido del lugar. Suspiró y anheló estar en sus brazos.

domingo, 8 de mayo de 2016

El cazador

Se despertó por un pequeño sonido que escuchó a la distancia, parecía como si una rama se hubiera roto y después un profundo silencio. Los animales no actúan así.
Muy despacio tomó su lanza y se aferró a ella mientras trataba de abrir lo más que podía sus ojos para poder ver en la oscuridad.

Tenía el panorama cubierto frente a él, pero su espalda y todo lo que ahí sucediera era un misterio. Trató de desarrollar su sentido del oído y confiar en él mientras seguía tratando ver en el horizonte a su posible agresor.

Cuando escuchó una hoja crujir levente sabía que el ataque era inminente. Como era de esperarse, venía por su espalda. ¿Era uno, eran diez, los atrajo el fuego de horas atrás, o simplemente el destino los había reunido en aquella parte lejana del bosque?

Empuñó fuerte su lanza y con sudor en la frente esperó a que el sonido fuera más cercano. Cerró los ojos y pudo escuchar partirse el viento con lo que pudo imaginar era un hacha que venía hacia él.

Sin pensarlo dos veces levanto con fuerza su lanza, más o menos a la distancia de su propia cabeza, mientras dando una vuelta se lanzó hacia atrás. Sintió que su lanza se había clavado en algo y al rodar su cuerpo topó con un par de pies que temblaban. El golpe había sido certero, le había clavado su lanza en la quijada y le había atravesado la cabeza.

Sabía que era sangre la que lo salpicaba, aunque por la noche no pudo verla. Siguió rodando hacia atrás hasta topar su espalda a un árbol. Vio hacia todos lados para buscar nuevos agresores, pero no había ninguno.

Se acercó al cadáver para recuperar su lanza y pudo darse cuenta que había asesinado a un espía de B'alaj Chan K'awiil. Quitó su calzado, su hacha y unas cintas de cuero. Colocó una piedra en el pie y clavó una rama en la misma posición donde él le había clavado su lanza. Reordenó las hojas del lugar, ocultó el fuego y se fue.
                
Cambió el rumbo y aunque se tardó más, al fin llegó a Petexbatún. En la plaza de Dos Pilas escuchó la historia del espía de B'alaj Chan K'awiil que después de violentar y matar a Atziri se escondió en el bosque y tropezando con una piedra encontró su muerte. La gente hablaba de la intervención de Yum Cimil y él, observando de lejos, únicamente agradeció estar aún con vida.

viernes, 6 de mayo de 2016

Escenario nocturno

Ahí esta la luna, clavada en el cielo. No se mueve. La veo en distintas posiciones, pero no se mueve.

Está estampada en medio de un escenario nocturno; Estática, tranquila, romántica.

Está ahí a propósito, para que yo la vea, para que suspire.

Y viéndola en soledad, siento la brisa fría que se mezcla con la oscuridad y abrazan mi cuerpo.

La luna está ahí, brillando,  inmóvil, iluminando la mitad de mi alma que nostálgica llora.

jueves, 5 de mayo de 2016

Las puertas del tiempo

Sé que existes porque he sentido tu bendición. Dime donde estas.

Sé que tu solo me permites ver la puerta hacia el futuro, y dejas que mi mente juegue a retorcer el pasado.

Sé que segundo a segundo me llevas hasta mi ocaso, pero me das muchas vivencias para que el sufrimiento sea peor. Eres realmente malvado.

Recuerdo el momento que me diste ese tormentoso regalo ¿para qué, para hacerme más sensible? No gracias, no lo quería, y si me abrieras la puerta del pasado, seguro te lo devolvería.

Pasado. Si, esa puerta quiero que abras, y que yo pueda pasar por ella, no mucho como crees que quiero, no, solo un par de años. Y estando ahí concebir lo que muchos mortales pasan por alto, pero yo, sé perfectamente lo que quiero, y sé que tú tienes el poder de realizarlo.

¡Ábreme la puerta del pasado! Déjame entrar. Porque estando ahí, justo donde quiero estar te pediré que me congeles en el tiempo.

Lluvia

En el momento que maldigas la lluvia sabrás que junto a ella se fue tu última gota de tu humanidad.

martes, 3 de mayo de 2016

Gotas y milímetros

Por cada gota de conocimiento que entra a tu cabeza, un milímetro de tu sonrisa desaparece.

Tu cuerpo se dibuja así mismo

Nix ha llegado desde hace mucho y tú, sumergida entre los brazos de Hipnos acomodas tu cuerpo para dejar que Morfeo te posea.

En ese estado de sublime despojo del alma, te veo entre penumbras y envidio tu paz, envidio tu respirar, tu apacible estado. Tendida en la cama tu cuerpo se dibuja así mismo en ese silencioso reposo en el que tú misma has querido quedar. 

Te he visto hermosa.

insomnio

Son las tres de la mañana y como me suele suceder el apacible sueño de pronto es interrumpido por mil ideas que poco a poco empiezan a inundar mi mente hasta que ya no pueden sostenerse más y me despiertan.

Esa hermosa paz del sueño profundo se va desvaneciendo y de pronto me veo en la oscura noche pensando con los ojos bien abiertos.

Doy vueltas en la cama y el frío y el calor intensifican el inminente despertar. Ya no hay marcha atrás. Ya estoy despierto.

lunes, 2 de mayo de 2016

Político

Compró una hermosa corbata y la enrolló al rededor de su cuello cubierto con esa finísima camisa blanca. Se colocó su traje importado y salió en televisión.

Del otro lado del monitor la señora preguntó ¿que hay en la tele? y él respondió casi al instante -No hay ni mierda-.

Otra vida

Si tuviera que elegir otra vida, seguro lo haría. Aunque al final terminaría haciendo exactamente lo mismo que he hecho hasta ahora.