sábado, 30 de diciembre de 2017

Si lo viviste, es pasado

El tiempo tiene una peculiaridad: Borra el pasado.
No importa que tan bien o mal te haya ido, si lo viviste, es pasado, el tiempo lo ha borrado. Esa linda relación que tuviste, tu trabajo de ensueño, las calamidades y enfermedades, sí, todo ha pasado, ya no regresará.

Y la verdad, ese aspecto tan implacable del tiempo nos ayuda a seguir adelante, porque ¿Quién puede retener el pasado? Sea bueno o malo ya se fue. Es una imagen borrosa en nuestra mente, unas palabras con eco, un olor lejano. Como un sueño o estar viendo en la neblina, el pasado pocas veces se recuerda con detalles. De hecho, si examinas una anécdota vivida, lo más probable sea que ya no la recuerdes con detalles.

Haz tú mismo el experimento: Trata de recordar una escena del pasado, y asegúrate de tener una fotografía de ese acontecimiento. Luego, intenta recordar detalles y posteriormente, ve la fotografía. Lo más probable sea que hayas pasado por alto detalles o que la situación ya no sea como la recordabas. Y es que el tiempo va borrando el pasado.

Por consiguiente, no te atormentes por lo que ya pasó, jamás podrás regresarlo o vivirlo, se ha ido, y sólo te quedará una vaga idea de lo que fue. Eso sí, trata de retener esas lecciones aprendidas del pasado para que tu presente sea mucho mejor. 
¿El futuro? Tampoco te preocupes mucho por él, absolutamente nadie te puede decir lo que te traerá.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

El país de los libres


Hubo un país, en el que todos los habitantes decidieron ser libres, o al menos eso intentaban ser. Y entonces, no pasó mucho tiempo para que a esa nación se le conociera como "El país de los libres". 

Y dentro de ese país se reía a carcajadas María, que junto a Juan recorren el país en una vieja van. De hecho, hoy van a encontrarse con Rodrigo, que por la noche va a dar un recital.


María, Juan y Rodrigo vienen de esta historia.

El país de los gerentes

Hubo un país, en el que todos los habitantes se convirtieron en gerentes, o al menos eso era lo que ellos creían. Y entonces, no pasó mucho tiempo para que a esa nación se le conociera como "El país de los gerentes".


Habían de todo tipo de gerentes: Gerentes generales, regionales, de negocios, de ventas, gerentes de salud, de publicidad; Gerentes comerciales, gerentes de docencia, de mercadeo, gerentes de construcción, gerentes de saneamiento, en fin, todos en ese país, tenían un cargo gerencial, y la verdad, todos creían que habían logrado el éxito.


Como buenos gerentes, todos llegaban a sus trabajos a primera hora y se retiraban de noche. Inclusive, hacían competencias para ver quién llegaba más temprano a trabajar y quién se iba de último. Trabajaban horas extras sin paga, y al unísono, decidieron trabajar uno de los dos días de descanso, total ¿Quién quiere quedarse en casa si todos son gerentes?


Como todos tenían puestos de confianza, ninguno tenía prestaciones adicionales, cada quien pagaba su seguro médico, de automóvil, seguro de vivienda, de vejez, de desempleo, seguro de mascotas, borracheras y todos los seguros que un buen gerente debe tener.


Pero un día, el gerente Juan despertó con ganas de quedarse en casa y ordenarla un poco, pero como gerente, no podía hacer eso. Había reunión de consejo ese día. Hubo una gerente llamada María que deseó plantar ella misma un hermoso jardín, pero no pudo, el gerente de jardinería se lo prohibió.


María y Juan se enamoraron, pero tuvo que ser en secreto, y es que los gerentes no tienen tiempo para relaciones estables, sólo amoríos de oficina y celebraciones de cumpleaños a la hora del almuerzo. Así que se lo contaron a Rodrigo, un gerente que en el descanso de las diez escuchaba música prohibida, si, de esa que no está bajo los derechos de autor de los gerentes de la industria de la música.


Entonces, cansados de tener carros de gerentes, tener casas de gerentes, tener que trabajar muchas horas y tener vidas de gerentes, Rodrigo, María y Juan decidieron huir en la madrugada y se fueron al país vecino llamado "el país de los libres". 


En la oficina notaron la ausencia de tres gerentes, pero al medio día ya habían sido reemplazados por otros gerentes, que treinta y cuatro años después, al no ser útiles para la empresa, fueron despedidos.



La vida de María, Juan y Rodrigo siguió en esta historia.

martes, 12 de diciembre de 2017

La sonrisa más hermosa que nadie vio jamás

Se llamó Guadalupe y cuando le conoció, su rostro mostró una sonrisa que nadie nunca había visto. Él fue su primer amor, y también su tormento. El día que los cuarenta grados de alcohol recorrieron su cuerpo, ella no le reconoció. Su golpe le hirió el rostro, pero ella no lloró por eso, sino porque le había lastimado el alma.

Decidieron separarse y ella se quedó con sus siete hijos que le dieron una razón para continuar. Tuvo que trabajar duro, cocinar interminables horas para gente extraña. Sus piernas sentían el dolor por pasar muchas horas junto al fuego, y luego, recorrer un sendero cuesta arriba en el frío nocturno para llevar la comida a sus hijos. El verlos comer curó su alma.

Volvió a mostrar su hermosa sonrisa cuando conoció a Esteban, ese inquieto hombre que soñaba con cosechar cardamomo en la montaña. Y en su ilusión, decidió acompañarle en su sueño. La cosecha se dio y el progreso los visitó. Los siete pudieron aprender a leer y escribir, algunos terminaron la primaria. Compraron un pickup y Guadalupe ya no volvería a hacer comida para extraños.

Un día, Guadalupe ya no pudo respirar, se apresuraron a llevarla al hospital, pero ya nada había por hacer, los años junto al fuego habían destrozado sus pulmones. Entre la mascarilla del respirador artificial agradeció a Esteban sus cuidados y amor, se despidió de cada hijo y volvió a mostrar esa sonrisa que siempre la caracterizó. Luego, cerró los ojos y de a pocos, su vida se extinguió.

Hoy, uno de su hijo me ha contado la historia, y yo, sin poder decir una palabra, imaginé a una mujer de sesenta años, dejar este mundo con la sonrisa más hermosa que nadie vio jamás.

Hijos del Metal

Escuché a Metallica y mis manos empezaron a escribir, escribí mucho, muchas hojas, traté de explicar por qué somos así, porqué el Rock es nuestra forma de vivir, nuestra motivación, nuestra pasión.

Pero al leerlo sonreí y lo borré todo ¿Cómo te explico una pasión que no entiendes, una forma de vivir que no conoces?

Sigue sin entenderlo, sigue criticándonos, porque, hagas lo que hagas, digas lo que digas, somos los hijos del metal, moriremos con las botas puestas.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Frío

El frío hizo pensar al loco. Lo hizo alucinar, viajar en el espacio y tiempo. De pronto, estaba frente a ese momento. Y vio con detenimiento lo que ahí sucedía. 

Escuchó carcajadas y entonces los vio brindar y embriagarse con el vino, los vio esconderse en lo oscuro; Vio sus gestos, sus juegos, sus caricias, les vio derretirse en el amor.

Y el loco los envidió.

Pero la escena se fue desvaneciendo en la oscuridad dejando al loco en un espacio oscuro y siniestro. Sintió nuevamente el frío meterse en sus huesos y resignado, ocultó sus manos en la sudadera y caminó sin rumbo hasta que la realidad se le presentó de golpe.

No había sido un sueño, él estuvo ahí, era él.

martes, 5 de diciembre de 2017

lunes, 4 de diciembre de 2017

Fundidos

Poco a poco mis ojos se fueron abriendo hasta que todo quedó claro. Mi primera reacción fue moverme pero no pude, sólo sentía ese frío intenso que recorría todo mi cuerpo. Mi nariz se destapó y pude oler el mar mezclado con putrefacción y oxido. Traté de mover la cabeza pero tampoco era posible, sólo podía ver frente a mí un cementerio con lápidas deterioradas por el tiempo. Un cielo gris daba el toque fúnebre al lugar, y la brisa del mar humedecía el panorama.

Y en ese escenario, a lo lejos, pude verla. Su cuerpo de bronce yacía ahí cubierto por la suciedad, el tiempo y las algas que las olas le había colocado con los años. Y aunque era difícil ver su rostro porque ella veía hacia abajo, yo la veía hermosa. No podía recordar quién era, tampoco sabía quién era yo, pero por alguna razón sabía que frente a mí se encontraba mi amor. De a pocos se me vinieron imágenes de su sonrisa, de su mirada, de su voz. Nuevamente hice fuerzas pero no pude moverme hacia ella, por lo que deduje que yo también era una estatua de bronce, pero ¿Por qué, quiénes éramos, por qué alguien nos haría estatuas, por qué de pronto he vuelto a tener conciencia?

Cuando se liberaron mis oídos pude escuchar que alguien gritó el nombre de mi hija, no sé cómo, pero sabía que ese nombre al que se había llamado era el de mi hija. De pronto, a mis pies, vi que una tumba se abría lentamente, y de ahí, vi esa frágil silueta que arañando salía del sepulcro. Vi su cabeza a medio carcomer por el tiempo, y un cabello tan frágil, que el viento se lo llevaba a pedazos. Su espalda estaba gris y pálida, pero sin embargo, yo estaba estupefacto viendo a ese pequeño ser incorporarse frente a mí, quería llamarla, quería correr y abrazar a mi hija, pero no podía, sólo pude ver cómo lentamente y tambaleando caminaba hasta el centro de aquel cementerio.

Llegando al lugar más alto, vio hacia el mar, sonrió con inocencia y se petrificó convirtiéndose en una hermosa estatua de bronce pulido, la más hermosa estatua que podía haber en aquel lugar. Un sonido llamó mi atención y entonces vi cómo la estatua del fondo se empezaba a mover. Escuchaba el crujido de sus piernas moverse una a una, mientras se dirigía hacia mi hija.

Grité por dentro e hice todas las fuerzas que pude hasta que sentí que mi pierna derecha se empezó a mover. Hice un gran esfuerzo para poder caminar y llegar con ellas hasta el punto donde se encontraban. Sentí que nunca podría alcanzarlas, pero no me rendí. Lloraba desconsolado por dentro, aunque sé que en aquel lugar, sólo se escuchaba el sonido de hierros retorcerse.

Cuando me reuní con ellas, mi mano izquierda logró posarse sobre el hombro de mi hija y mi mano derecha tomó de la cintura a mi amor.

En ese momento, los tres quedamos fundidos.

Y así, aunque no pudimos vernos, aunque no pudimos hablarnos, aunque ahora mis pensamientos se vuelven a desvanecer y todo vuelve a quedar oscuro, con todo, sé que por fin, los tres podremos descansar en paz.