martes, 22 de noviembre de 2016

Pies helados

Mis ojos se abrieron y se me helaron los pies.
Sentí esa sensación en el pecho, como que se te va el alma de golpe.
Me quedé inmóvil.
El asombro de pronto se volvió en tristeza.
Y esa tristeza, lentamente se convirtió en compasión.
Al final, y como siempre, mis ojos se cerraron de nuevo.

domingo, 20 de noviembre de 2016

No se escribe cuando hay paz

Es difícil escribir cuando no se está atormentado. Las ideas no bajan a las letras cuando la mente se encuentra en paz. Es imposible crear un conflicto, cuando el corazón late lentamente.

No se escribe cuando hay paz, solo se cierran los ojos y se sucumbe a ella.


viernes, 11 de noviembre de 2016

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Esa calle

Se perdió en esa calle,  no quería caminar por ella, pero no pudo detenerse. Terminó caminando ilusionado por esa larga calle; el día la iluminaba, era hermoso recorrerla, no se perdió ni un detalle.

Sabía que no debía estar ahí, no podía estar ahí, pero siguió caminando.

De paso en paso, se adentró en ella, y sin darse cuenta, la oscuridad de golpe cubrió la calle. Gritó para que alguien encendiera una luz, pero nadie respondió. De pronto, esa calle hermosa y diurna, esa misma calle que lo invitó a caminar, ahora lo escondía, y le hundía en su oscuridad.

Entonces, inmerso en la terrible oscuridad, en sombrío silencio, sintió un frió que se metía en sus huesos y le encerraba en la incertidumbre, sintió estar en los brazos de la muerte. Ya no, ya no quiso caminar.

Corrió de regreso, al inicio de la calle, le dio la espalda y jamás volvió a ver, corrió y corrió, hasta regresar a su camino. Hasta ese momento se sintió seguro. El terror había pasado.

Pasó varias noches pensando, deseando en regresar a esa calle, ¿Seguiría oscura, ya habría amanecido, que habría la final de esa calle?

Ya no volvió, ahora, esa calle es pasado, algo que solo su mente vagamente evoca. Ya casi no recuerda los detalles de las piedras, o los adornos de las casas que la enmarcaban.

Recorre su camino y, de vez en cuando, cuando se encentra en soledad, piensa en ir por el sendero que le lleve cerca de esa calle. A veces, sueña regresar y meterse en la oscuridad con los ojos cerrados y terminar el camino. Pero no, sabe que ya no regresará, aunque lo anhele, ya no regresará, aunque le duela no haber terminado de recorrer esa calle. El temor a la oscuridad, es más fuerte que su curiosidad.

Ha pasado el tiempo, y aunque a veces desea regresar, sabe que ni la luz ni la oscuridad que ahí hay, valen la pena, sabe que a nadie le importa si terminó el recorrido o no, a nadie le importa si regresa, total, nadie sabe de esa calle, y nadie sabe que la caminó, mucho menos que se regresó.

Ahora, solo le queda recordar esa calle, y esperar que el anciano que viene detrás, borre su dirección para siempre.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Tu poder

Te esperé con ansias. Parecía que no había más tiempo. Tenía que saber todo de ti.

Pasaron los días reconociéndote, aprendiéndome tu canto, tus vivencias, tu ser.

Esa extraña sensación de que te vería me ocupó los días y me apartó de la realidad.

Y de pronto, llegaste.

Éramos en ese momento, solos tú y yo, no importaban los demás, era nuestro momento.

Pero pasó, y te fuiste.

Ahora, pareciera que me dejaste un vacío, como que me falta algo, pareciera que al irte, te llevaste una parte de mí.

Y es que así debía de ser, te llevaste algo de mí, pero me dejaste parte de tu espíritu acompañándome.

Ahora tengo tu poder, que me hace seguir en mi lucha. Mientras tanto, esperaré, por si en algún momento, un día, vuelvas a visitarme.

martes, 1 de noviembre de 2016

Fiambre

Y el día indicado, se abrieron los cielos y bajaron los muertos para hablar con los vivos.
A mí me visitó el mío y me habló a la espalda, mientras yo picaba verdura.
Y en la concentración del momento, me invitó a ser paciente y a buscar la felicidad.

El día pasó, y el cielo se cerró. Y entre carcajadas y fiambre replicamos su sonrisa.