domingo, 12 de marzo de 2023

Tremenda

Seamos sinceros, mi hermana era tremenda.

Si se proponía algo, era terca hasta conseguirlo. Nunca se quedaba callada y si algo estaba en su mente, no dudaba en expresarlo. Algunos lo ven como una virtud, otros como un defecto, pero para mí, simplemente era su forma de ser.

Apenas la recuerdo de cuando éramos niños, con sus vestidos completos y cartera, jugando con Yomila y Janette, buscando cómo verse coqueta con lo poco que encontraba en casa para ir a la iglesia.

Porque de algo estoy convencido, mi hermana amaba todo lo relacionado con la iglesia y la religión. Desde niña, creo que había nacido para eso, para participar en todas las actividades de la iglesia. Y sí, participaba en todas.

Recuerdo cómo llamaba a la emisora local para pedir música de Menudo, o su expresión llena de ilusión cuando le dieron permiso para salir a la calle por primera vez... Ah, la calle... su gran confidente que la acompañaría durante casi toda su vida.

Casi olvidaba mencionar su primer empleo en los Payasitos, su operación de garganta y su frustración cuando no pudo estudiar magisterio. Por alguna razón que no recuerdo, estudió contabilidad, pero eso fue solo temporal, porque no pasó mucho tiempo antes de que terminara siguiendo los pasos de su abuela y su papá. Sí, mi hermana terminó siendo maestra.

¡Ah, mi hermana era tremenda!

Siendo tan pequeña y delgada, se compró un auto pesadísimo, un Saab. Era difícil de conducir, pero allí iba mi hermana, recorriendo todos lados en su primer coche, llevando a medio mundo y encontrando mil pretextos para usarlo. Desde ese momento supe que ya no pararía, la calle y el coche serían sus grandes compañeros.

Se casó y tuvo dos hijas, y antes de que nos diéramos cuenta, ya tenía una familia. ¡Vaya!, mi hermana era madre.

Ya no la vi tanto durante ese tiempo. Pasaron muchos años en los que ocasionalmente la veía en reuniones y actividades. Se veía bien, se veía contenta. Parecía que su hogar funcionaba y que seguía las normas sociales. Sí, la vida decidió que era un buen momento para que cada uno siguiera su propio camino.

Pero nadie es eterno y un día la muerte tocó a su puerta para anunciarle que su tiempo había llegado a su fin. Primero lloró, luego intentó luchar, después se resignó y finalmente se fue caminando lentamente con ella, por el camino que supongo la llevará hacia su dios.

Pero sí... mi hermana fue tremenda.