jueves, 27 de noviembre de 2014

Con orgullo y satisfacción

Esteban regresó de la fábrica y saludó cansado a su familia. Leonor le dijo que debía buscar su mejor ropa porque Mr Lemmy Dickinson y su familia, los misioneros cristianos del barrio los habían invitado a cenar. Esteban se arregló lo mejor que pudo y junto a su familia llegaron a la casa del fondo donde vivían la familia Dickinson. Al entrar su rostro no pudo ocultar el asombro al ver aquella casa de construcción nacional pero con decoración del país de origen de sus anfitriones. Cortinas hermosas adornaban las ventanas y un piso pulcro les invitaban a sentirse minimizados.

Amablemente Mr. Lemmy les invitó a pasar al comedor que para asombro de Esteban se encontraba en otro ambiente distinto al de la recepción, y era lógico, la casa de Esteban no era más grande que aquella hermosa sala que podía ver a su derecha.

En la lustrosa mesa le esperaba un enorme pavo horneado al mejor estilo de las revistas que a Leonor alguna vez le habían regalado. Todos se sentaron a la mesa y rápidamente Mr Lemmy pidió que todos se tomaran de las manos y elevó una plegaria para dar gracias por la comida y sus invitados.  Mientras comían la familia Dickinson contó a la familia de Esteban que esa era una tradición en su país y que era para agradecer por las cosechas o por las bendiciones obtenidas en ese año. Al día siguiente los Dickinson aprovecharían las ofertas de las tiendas del centro comercial y esperarían una feliz navidad con abundancia y alegría.

Al siguiente año Esteban salía de la fábrica y vio un cartel publicitario que invitaba a hacer compras impulsivas el viernes. Él recordó aquella hermosa cena del año pasado y decidió distinguirse de sus vecinos haciendo él una cena similar.  Pasó al centro comercial cercano y pidió un crédito para comprar una mesa de mediana calidad, un sofá que estaba en oferta  y unas cortinas rojas con adornos blancos para colocar en sus ventanas. Pasó al mercado y comprando una gallina nacional, verduras y una botella de aguardiente para acompañar. Llegando a casa pidió a Leonor que preparara la gallina e invitó a Julio y su familia para agradecer por el buen año que habían tenido.

Llegada la noche se vistió con sus mejores ropas y recibió a sus vecinos con orgullo y satisfacción. Les pidió que se tomaran de las manos y dio gracias por el buen año que habían tenido. Esteban le contó su historia a Julio y le invitó a hacer lo mismo el próximo año con otra persona que tuviera necesidad.


Al año siguiente Julio salió de la construcción y de regreso a casa pasó comprando paches en la tienda de la esquina, compró café, pan y llegó a casa. Dio un beso a su esposa e hijos y como solía hacerlo día a día, dieron gracias por la comida. Platicaron largo y tendido y rieron mientras los niños contaban como habían volado ese barrilete que el fin de semana construyeron.  Marina sugirió ideas para  la creación del nacimiento de este año y Julio recordó con nostalgia a la familia de Esteban que hacía unos meses perdió su casa porque no pudo pagar un crédito en el centro comercial.

Y no pudo ser

Se conocían desde muy pequeños en las amenas reuniones que sus madres regularmente tenían el jueves por la tarde. Jugaron a las escondidas y adivinanzas mientras comían galletas; Vieron caer el sol una tarde y en una ocasión se quedaron dormidos mientras hablaban. Ella aún recuerda el momento cuando de adolescentes se quedaron viendo fijamente sin palabras y sin saber qué hacer.  Y aunque  su pareja actual es fenomenal, ella no logra olvidar a su compañero de juegos del que nunca logró probar su amor.

Le conoció virtualmente y se hicieron buenos amigos. Cuando ella terminó con su pareja él la consoló a la distancia y sus consejos le ayudaron a seguir adelante. El destino les permitió reunirse el día que ella viajó a su país y su conexión personal superó por mucho a la virtual. Ese día hicieron el amor con pasión y ella gritó mientras abrazados, su sudor se mezclaba. A la mañana siguiente mientras ella se vestía esperando la invitación a no irse escuchó su voz entre dormitada preguntar ¿algún día te volveré a ver? y ella le susurró al oído “más pronto de lo que te esperas” sin embargo estaba segura que eso jamás llegaría a pasar.

Se besaron por última vez y prometieron no olvidarse. Ella abordó el avión y el retornó a casa y mientras jugaba con su pequeña hija soltó una  lágrima, su esposa le besó la frente y se fueron a dormir. Ambos lloraron. Ella salió al parque y mientras su esposo jugaba con sus hijos ella lanzó un beso al viento que él recibió ese mismo día cuando veía a su hija graduarse de secundaria.

Llegó corriendo y dando pequeños saltos. Él logró ver a lo lejos como su falda colegial dejaba ver sus piernas adornadas por unas calcetas blancas con zapatillas negras.  Le abrazó con fuerza y su pequeña cintura quedó cubierta por sus portentosos brazos. A la fecha no ha habido un beso tan apasionado como el que se dieron ese día. Ocultos tras la esquina, la pared sin repellar fue testigo de su pasión. Se despidió coquetamente satisfecha de haber sacado una sonrisa en su rudo rostro y mientras corría del lugar le mostraba la portada de la tesis que él hoy debía presentar. Él se fue entusiasmado de aquella esquina sin saber que por reprimenda materna ella jamás volvería a verle.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Gris máquina

Y mientras tomaba unos tornillos y clavos escuché al otro pasillo que un individuo dijo "quiero esa pintura, si, ese color: Gris máquina" Mi rostro se quedó sin expresión alguna y mi cuerpo en inamovible postura mientras mi mente viajó rápidamente por los rincones más estrechos de mi cerebro hasta que rescató una época dorada cuando mi padre llevó a casa aquella  hermosa motocicleta vieja con la consigna "hay que repararla"

Recuerdo hacerle mantenimiento y lavarla con esmero para que las partes cromas brillaran. Todo con tal que me dejaran salir en ella a recorrer los caminos bajo un cielo celeste de noviembre que de seguro me miraba con envidia. Casi pude ver aquella motocicleta de pintura desgastada que cubrí con aquel color que hoy mencionaban y que me hizo recordar tan gratos momentos.

No hay modo

Y lo que debe suceder, sea bueno o malo nos sucederá. Solo procuremos aceptarlo como viene y con optimismo.

La ironía de la vida

Hay muertos que quisiéramos vivos a nuestro lado y hay vivos a nuestro lado que quisiéramos muertos.