martes, 30 de enero de 2018

Una cajetilla de cigarros

Fue un cuatro de febrero de 1976 cuando la tierra tembló.

Muchos edificios y casas se derrumbaron; gente gritando y corriendo, muchos perdieron la vida, otros se quedaron sin hogar. La desgracia había llegado.

Y entre la muerte y la destrucción estaba ese hombre, con una motocicleta y una venta completa de cigarrillos. Pensó en quedarse a llorar, pensó en vagar por las calles destruidas, pero luego, pensó en salir a vender.

Se vistió como siempre, arrancó la motocicleta y después de esperar unos minutos, emprendió la marcha.

Circuló un par de metros hasta que una persona lo paró “Dame una cajetilla de cigarros” luego llegó otra persona, luego diez, luego veinte. Y así, en pocos minutos, se vendieron todos los cigarros.

Y es que entre la desgracia, las personas sólo querían sentarse, meditar ¿y por qué no? Fumarse algo para pasar el rato.

Pasaron cuarenta y dos años y el pueblo se recuperó; pero aquel vendedor de cigarros, ahora con la cabeza blanca, recordó cómo, de alguna manera, ayudó, sin querer, a soportar la pena de muchas personas con una cajetilla de cigarrillos.

martes, 23 de enero de 2018

Está bien para mí

Viendo arder la llama volví a sentir esa sensación extraña en mi corazón.

Esa sensación de placer que no desaparece.

Ese regalo sólo para mí.

Si, está bien, está bien para mí.

Putrefacto

La bestia se lanzó hacia mi intempestivamente. 
Quise esquivarla pero no pude. En un segundo esta por encima de mí.
Traté de luchar, pero no pasó mucho tiempo para darme cuenta que estaba inmovilizado.
Y mientras sentía su aliento putrefacto y sus babas cayendo sobre mi rostro, sólo pude cerrar los ojos y crujir los dientes esperando que esa bestia de un mordisco arrancara parte de mi rostro.

Mi mente quedó en blanco y mi cuerpo inerte. 
Solté la respiración y en indescriptible aflicción abrí los ojos al darme cuenta que seguía con vida.
Vi hacia todos lados y no había nadie en la habitación más que yo.
Me senté en la cama y traté de controlarme hasta que mi respiración quedó estable.

Me sequé el sudor de mi frente y me levanté para lavarme el rostro.
Me vi al espejo y agradecí estar vivo.
Me cambié y me fui a donde debía ir, sabiendo perfectamente que al llegar, volvería a sentir ese aliento putrefacto.

Pensamientos

Pensando pensé que debía pensar. 
Pensé pensamientos que pensaron quedarse, y pensamientos que pensaron por cuenta propia.
Seguí pensando paciente hasta dejar de pensar.
Pero otro pensar me trajo pensamientos que pensaron ya no dejar de pensar.

lunes, 15 de enero de 2018

Querré amarte

Me gustó tu rostro; Me gustó tu sonrisa, tu mirada, tu forma de ser. Me gustó abrazarte y me gustó besarte. Me gustó estar contigo y entonces te quise.

Quise verte a diario; Quise platicar contigo, reír y llorar contigo. Quise verte al anochecer y amanecer a tu lado, quise vivir contigo y entonces te amé.

Amé que me amaras; Amé a nuestros hijos, nuestro hogar. Amé reconciliarnos y amé nuestros planes. Amé amarte y entonces, gustoso querré amarte cuando brillando, recorramos el firmamento. 

miércoles, 10 de enero de 2018

Legión

La lluvia caía en tediosa armonía cuando un relámpago irrumpió con fuerza. Las campanas sonaron y fue cuando de la penumbra aparecieron mis cuatro padres que aterrorizaron al mundo. 

Se creyó que eran los jinetes del Apocalipsis, pero no era posible, tanta maldad jamás se había visto en el mundo.
Y fue ahí, justo en ese momento, cuando nací bañado en sangre escurriéndose por mi rostro. La profecía se había cumplido.
Me volví fuerte y levantando mi espada mostré la verdad, pero los hijos del poder enfurecieron y me condenaron a muerte.

Grité y luché con mis fuertes palabras, les señalé con el dedo y me burlé de ellos. Hice que se defecaran encima, y que temieran con solo escucharme.
Un brujo y su mujer, vestidos de blanco, trataron de condenarme, y luego crearon a una copia barata de mí. Trataron de engañar a los que me seguían, pero no pudieron, porque estaban conmigo, eran míos.
Me oculté por un tiempo sólo para jugar con ellos, y me burlé en secreto cuando escuché sus alabanzas pensando que me habían vencido. Pero con fuerza y brutalidad regresé destapando sus mentiras. Con golpes y truenos, estallidos y descargas destrocé sus credos.

Les escupí el rostro y me senté en mi trono. Les mostré la brujería y al asesino, los masacré con violencia y quemé sus iglesias. Crují los dientes mientras las llamas del infierno llegaron a lo más alto y luego les vomité. 

Lancé a mis huestes y a mis hijos; Uno naciente del anterior. Ni mis mercenarios pudieron contar cuántos éramos, porque nos volvimos muchos, nos volvimos una legión, saluden a la legión.

Los hice pedazos y refugiados en sus mentiras claman a la nada esperando vencerme, pero nunca han podido, llevo cuarenta y siete años de lucha, y me quedan seiscientos diez y nueve.

Porque soy el trueno, soy la campana, soy el infierno. Soy de fuego, soy de metal, soy el que vino para destruir y matarlos a todos.

martes, 2 de enero de 2018

Llamado

Sentí el viento en mi rostro e inevitablemente cerré los ojos y me concentré para escucharlas.

Y ahí estaban, esas voces, graves y dulces, mezcladas con el viento.

Me estaban llamando, dijeron mi nombre, me invitaron a descubrirlas.

Y yo entendí, les haré caso, muy pronto me iré.

lunes, 1 de enero de 2018

Lo que más siento

Siento mucho no ser divertido. Siento no poder bailar; siento no poder pasar el límite de alcohol que me lleve a la alegría, siento ser el aguafiestas, siento no poder dejarme llevar por el momento.

Siento pensar demasiado, y buscar el “por qué” a las cosas. Siento analizar más y disfrutar menos. Siento no ser el alegre que se supone que debiera ser, siento no llenar tus expectativas.

Siento haberme cruzado por tu camino, y siento no haberme alejado cuando debía. Siento ser calculador y siento que no tengo remedio. 

Siento haber nacido así, siento ser como soy. Pero lo que más siento, es que siento que no voy a cambiar.