martes, 26 de julio de 2016

En lo más profundo de su corazón

El sol brillaba en todo su esplendor y se reflejaba en el mar que mecía suavemente su barco mientras él, como todos los días, rutinariamente preparaba su red para la pesca. Tendió la red en el mar y pacientemente esperó mientras lamentaba su suerte.

Mientras veía sus manos sintió como unas gotas empezaban a cubrirlas con prontitud. Él nunca supo cómo fue, pero de pronto estaba inmerso en una tormenta que sacudía su barcaza y amenazaba su vida.

Por alguna razón no tuvo miedo, al contrario, esa tormenta hizo saltar su corazón y entre luchas y sonrisas trató de controlar la situación. Casi la dominaba cuando un tirón fuerte lo lanzó al agua. Como pudo se aferró de la red que se sacudía con fuerza. Inmerso en la tormenta y el caos, vio un enorme pez que nunca antes había visto, era realmente hermoso y de muchos colores que se revolvía con fuerza para librarse de su red.

Con esfuerzo se lanzó de nuevo a la barcaza y luchó contra la tormenta y aquel hermoso pez que seguía dando lucha. Forcejeó hasta que logró llevarlo junto a su barca, pero por el peso no pudo subirlo.

Luchando contra los elementos, solo y sin poder hacer nada más, se aferró al pez y a la barca y por unos segundos contempló aquellos hermosos colores del pez que por alguna razón, se había quedado quieto a su lado. No tardó mucho en darse cuenta que jamás podría subir al pez a su barcaza, pero tampoco le iba a hacer daño. No, ese pez había nacido para ser libre, así, que recogiendo su red le liberó.

La lluvia, las olas y el viento le impidieron ver por donde se fue el pez, y de todas formas ya no importaba, porque ahora, debía controlar su barca y no perecer en la tormenta. Una ola sacudió el barco y él cayo quedando inconsciente durante un tiempo, en medio de esa feroz tormenta que poco a poco se fue calmando hasta dejar ver nuevamente el sol.

Cuando él despertó estaba nuevamente solo como en un inicio. Suspiró, recogió sus cosas y con una leve sonrisa en su rostro, nostálgico, remó hacia la orilla, donde sabía perfectamente que todo lo sucedido, se quedaría únicamente en lo más profundo de su corazón.

Trozos de materia

Exhaló su último aliento de vida y dejó de existir. Su alma dejó esta dimensión y se posó en el espacio en pequeños trozos de materia. Poco a poco se fue fundiendo con las demás almas que se reunieron con él, y cada pequeño polvo de su alma que se fusionaba con otra, brillaba tenuemente.

La última partícula que quedó esperó por mucho tiempo hasta que se encontró con la partícula que él estaba esperando. Y al fusionarse con ella su ser le dijo “te lo dije, te estaría esperando” fue hasta entonces cuando completo, brilló por toda la eternidad.

Pegada a él

Él le contó muy entusiasmado de su viaje de negocios. Viajaría una semana entera y esperaba sorprender a sus jefes a su retorno. Ella escuchaba con atención, mientras veía cómo se iluminaban sus ojos por la nueva experiencia.

Antes de partir él le dijo “mañana, quiero despertarme con tu despedida, hazme ese favor”

Al día siguiente ella madrugó e inspirada le envió el más tierno mensaje de despedida que se le hubiera podido ocurrir. A los pocos minutos se percató que él lo había leído. Entusiasmada esperó el mensaje de retorno, pero nunca llegó.

No quiso molestarle más y dejo pasar el lunes completo para que él se concentrara en su trabajo. El martes le envió un corto saludo deseándole éxitos en sus negocios. Pero él no leyó su mensaje.

El miércoles, el jueves, el viernes y el sábado ella hizo lo mismo. Pero él no respondió.

El domingo él retornó al país y ella le recibió. Le preparó una cena y esperó a que él le contara toda su aventura. Él no se midió contando con detalles su experiencia de negocios, pero ella le interrumpió  “me imagino que estuviste muy ocupado desde que te levantaste el lunes” pero él le contó cómo el vuelo se atrasó y tuvo que esperar muchas horas del lunes en el aeropuerto.

Ella no pudo evitarlo y le reclamó su falta de interés. Le reprochó los mensajes que diariamente ella le envió y que él no respondió.

Pero el la vio y levantándose de le mesa le dijo “sabes, no me agrada que me presiones, estuve muy ocupado en este viaje y no tuve tiempo de responderte. Yo no nací pegado a ti, tengo cosas que hacer”.

Él salió de aquella casa y nunca más regresó. Ella, recogió la mesa, lavó los platos y se fue al dormitorio.

Pasaría muchas noches sin dormir.

Pero una mañana el rayo de sol la despertó y ella sonrió, era cierto, ella no había nacido pegada a él.

La misma pena

Jamás se conocieron, nunca compartieron una palabra, ni si quiera se vieron alguna vez o se cruzaron por la calle. Pero ambos tenían algo en común: ambos compartieron la misma pena. Esa  pena que ninguno de los dos podrá advertir al próximo desconocido, hasta que, él mismo, sienta esa pena recorrer su cuerpo. 

jueves, 21 de julio de 2016

Bebía de la lluvia

Y mientras la lluvia caía con fuerza, y era bebida por la grama que circulaba su casa, él, con un café humeante en sus manos, y mirando por la ventana, extrañaba a su amada que, seguramente, en algún lugar, también bebía de la lluvia.

lunes, 18 de julio de 2016

Salvarse a sí mismo

Era muy hábil para proponer soluciones. Sabía exactamente qué debía hacer cada persona y cómo resolver los problemas ajenos. Sus palabras siempre daban ánimo, y frecuentemente las personas regresaban por más consejos. Sus adeptos se maravillaban de sus palabras y su sabiduría.

Pero él, en soledad, no tenía ni la mínima idea de cómo salvarse a sí mismo.

Voz ancestral

Alguien apagó el interruptor de su cuerpo y feneció ante el cansancio.
Se tumbó en la cama y ya no tuvo fuerzas para levantarse más. Estaba agotado.
Sintió por un instante que si cerraba los ojos no dormiría, sino que su ser dejaría de existir.

Se asustó.

Hizo lo imposible por permanecer despierto, porque si se rendía, encontraría a la muerte.
Lucho tanto como pudo, y cuando sentía desvanecerse, se sobre saltaba en la cama para permanecer con vida. Pero era imposible, su vida pareciera que se iba de a poco.

A lo lejos escuchó esa voz ancestral que le invitaba a tener paz y buscando desesperado encontró sus ojos. Mientras parpadeaba muy lentamente, podía ver la mirada de tranquilidad que le veía fijamente. Entendió que si moría, sería a su lado.

Se rindió y cerró los ojos. Y entonces, alguien encendió nuevamente el interruptor de su cuerpo.

No puedes

Querías buscar y encontraste.
Querías emoción, ahora la tienes.
Querías soñar y ahora no duermes.
Querías pensar, ahora te atormentas.
Querías amar y ahora sufres.
Quieres parar, pero no puedes.

domingo, 17 de julio de 2016

Parné

Cada día que pasa me haces menos falta. Crees que me tienes pero no es así. Crees que te necesito, pero la verdad es que mientras menos te veo, menos te deseo. Ya no te amo. Te dejaré un día, y sin tu presencia viviré en paz.

domingo, 10 de julio de 2016

sábado, 9 de julio de 2016

Parpadeos de amor

Ella se asomó a la ventana, pero no veía con claridad. La distancia y la luz del día confundían la casa de su amado entre las demás de la colina. Era imposible.

Por su parte, él, pasó todo el día calculando cuál sería el punto exacto donde se divisara la casa de su amada, pero de igual forma, la tarea no fue fructífera.

Llegada la noche, a ella se le ocurrió colocar papel celofán rojo en el bombillo de su cuarto y en repetidos parpadeos esperó que él entendiera que ella estaba pensando en él.
Inmediatamente, del otro extremo de aquella colina, él logró ver su mensaje y respondió de la misma forma pero con una luz azul.

Y mientras la noche se ennegrecía y la lluvia ponía un toque de melancolía entre las casas de la colina, ellos se amaron a la distancia, con parpadeos de amor. 


miércoles, 6 de julio de 2016

Dialelo del amor

Él la amaba, pero ella amaba a otro, y el otro amaba a otra, pero la otra no lo amaba, porque amaba a él.

Auto viejo

Vio con satisfacción su auto nuevo, ese de fabricación europea, si, de esos escasos en su país. Lo cuidaba con esmero y lo conducía con orgullo.

Un día, llegó por un café a una calle donde las personas admiraban su posesión. Pero al salir, el auto no estaba. Lo habían robado.

Molesto, derrotado y en su frustración, decidió conducir ese auto viejo y desgastado del fondo del garaje.

Perdió el sueño pensando en reunir nuevamente los fondos para comprar otro auto nuevo; Pensaba cómo conseguiría un seguro, una alarma anti robos, de todas las precauciones que debía tener, qué gente debía evitar, todo para que no le volvieran a robar su futuro auto.

Y mientras su semblante palidecía de agonía, en el garaje seguía ese auto viejo que lo único que podía ofrecerle era llevarlo en paz a sus destinos.

Autocompasión

Te lamentas y retuerces buscando autocompasión, gritas al cielo victimizándote y le dices a todos cuánto sufres. Y entre tanto esfuerzo la gente te ve y te consuelan, te sientes protegida y ríes de felicidad. Llegada la noche, las personas se van a sus casas y tú, caminando por la calle, ves hacia todos lados y en un callejón oscuro, te vuelves a lastimar. 

Cosas

Acumuló cosas y todos le aplaudieron. Se sentía entusiasmado y se esforzó por tener más cosas.

Cuando encontró el amor, hizo el mejor sacrificio que él jamás pensó: Le regaló cosas.

Pero, para su infortunio, ella no quería cosas, ella quería momentos.

Y como era de esperarse, pasado un tiempo, terminaron.

Ella continuó en la vida disfrutando cada instante que ésta le regalara, y él, vivió mortificado por las cosas que regaló y que ya no pudo recuperar.

Grotesca marea

En medio de esa oscura tormenta se encontraba ese pescador viejo y cansado, sosteniendo con fuerza sus dos barcazas que con tanto esfuerzo había logrado obtener. El muelle estaba a punto de ceder y las sogas le quemaban las manos. El viento soplaba con fuerza y adentraba las barcazas al mar, pero él, con todas sus fuerzas las sostenía. No quería dejarlas ir, eran sus tesoros.

Cuando la tormenta se hizo feroz, los demás pescadores desde la orilla le gritaron que dejara ir una de las barcazas y rescatara solo una, pero él seguía luchando con el mar, él no quería perder sus posiciones, aunque sabía muy bien que debía soltar una.

No soltó ni una barcaza.

El mar se hizo más violento y en grotesca marea arrastró con fuerza las barcazas hacia adentro del mar arrancando ambos brazos de aquel viejo.

Los pescadores le vieron de lejos gritar y retorcerse en el muelle mientras también éste era destruido por la tormenta.

Hoy, dos años después, los pescadores trabajan en paz en unas rudimentarias barcazas y recuerdan a los más jóvenes la importancia de ser sensatos en las decisiones que tomen en el futuro.

Vacío

Y cuando pensaban que estaban cerca de llegar a la cima, ella se tropezó y cayó varios metros a bajo. 

Su compañera, con determinación y firmeza tomó la cuerda y le gritó enérgicamente que no se rindiera, que podía lograrlo, podría subir. Ella tomó fuerzas y empezó a subir, poco a poco, animada por el entusiasmo de su compañera.

La alcanzó y agitada le sonrió invitándole a continuar su ascenso con la mirada. 

Pero pudo darse cuenta que su compañera tenía la mirada perdida hacia la nada.

Se dejó caer. 

Ella intentó animarla a subir y continuar en la escalada, así como su compañera le había animado. Le gritaba y agitaba con fuerza la cuera que la sostenía por la espalda, pero su compañera no reaccionaba. Seguía viendo fijamente hacia el vacío. 

Dudaba el querer seguir ascendiendo. Dudaba en regresar al punto de partida.

Nunca se supo si llegaron a la cima o murieron en el vacío. 

domingo, 3 de julio de 2016

Inmerso en la bruma

En soledad, bajo las luces tenues de una calle de pueblo, inmerso en la bruma, se encontraba sentado observando la calle humedecida tomando una tasa de café. En ese momento sintió que vencía mil batallas, que era inmortal.

Dijo el cantor

Y el cantor dijo: "Si existieran más personas como tú, este seria un mundo mejor"

Siete enigmas

¿Cuánto oro bastará para poder recompensarte? Lo sé, no te interesa el dinero.

No deseas cosas, quieres momentos, no quieres presentes, quieres instantes.

Y yo lo se muy bien, porque dejaste todo lo que perseguías por quedarte al lado de ese tipo enredado.

Y todo lo hiciste bien, desde el inicio: Desde el momento que sacaste ese pequeño trozo de papel que desencadenó toda una historia.

Ahora, adornada con los detalles del tiempo vuelves a ver hacia atrás y sonríes sabiendo que tu esfuerzo valió la pena.

Si existe la vida eterna, si hay algo más allá de los umbrales de la muerte, seguramente tu estarás ahí siendo recibida por los corazones latentes que tanto anhelas ver.

Por todo eso es que son veintiocho razones con siete enigmas los que adornan las cuarenta y dos columnas de tu hogar.

Día gris.

Hoy el día está gris. y mi alma llora con él.

Siete minutos.

Su meta terminaba en siete minutos. Siente minutos agónicos, que no terminaban, que se detenían en el tiempo, que se burlaban de él. Pero el tiempo es implacable y aunque él lo sintió eterno, la hora llegó y el tiempo se terminó. Todo estaba hecho.

Cantor

Las campanas de viento sonaron y su melodía inspiró al cantor que, entre llanto y dolor, creó un verso que con el tiempo, los amantes se dedicaron sin saber la procedencia de su contendido.

Reía a carcajadas

No amaba, no se entregaba por amor, exigía ser amada en los momentos que ella quería sentir. Se encaprichó. Disfrutaba el momento y decía las cosas más lindas que nadie pudiera escuchar, pero solo cuando no estaba entretenida en otras cosas. Reía a carcajadas y luego lloraba según fuera su antojo. Al final, pasados los años, se lamentó en soledad y se lamió las heridas en público, pero nadie la tomó en serio. Su fin no fue divertido.

El toque de su presencia

A la distancia y entre penumbras pudo darse cuenta que quien le amaba sobre llevaba la pena con él. En silencio, sin cruzar palabras, solos pero unidos, distantes pero cercanos. Sintió el toque de su presencia y se cobijó en su amor. No había dudas, todo estaba claro.

Agónica noche

La mayoría de personas duermen, otros, por su propia voluntad, se desvelan tratando de encontrar un sentido a sus vidas. Mientras tanto yo: despierto, queriendo dormir, cuento las horas a la noche que sigilosa alimenta mis ansias de paz, una paz que desde hace un tiempo no tengo, una paz que no desea volver, una paz que mi alma sabe muy bien que solo la misma muerte podrá traer. Y mientras tanto, los susurros de los cuerpos dormidos se mezclan con el canto de los insectos nocturnos que dan forma a esta agónica noche que no quisiera me tuviera inmerso en ella.