martes, 9 de octubre de 2018

Recuerdo y ausencia


Me enamoré e inmediatamente te soñé.

Te visualicé en mi mente y te deseé con todas mis fuerzas, hice lo imposible por verte correr y reír, pero el destino no quiso traerte a mí.

Te busqué en otros ojos, te busqué en otras sonrisas, te busqué en otras ilusiones, pero nunca te encontré.

Ahora, resignada a tu ausencia, con las lágrimas en lo más profundo de mi ser volví a hablar de ti, en otras historias, en otros momentos, en otras vidas, pero te volví a recordar.

Y es que una madre es madre, en todo momento, aunque nunca te tuve en mi vientre, aunque nunca te conocí, aunque nunca quisiste nacer.

Cama ajena


En esta soledad auto impuesta, de pronto, sin quererlo, te apareciste en mi mente. Si, justo como te recordaba: Sonriente, completamente demente, así, natural. Y por unos segundos mi mente me traicionó y regresé a aquella cama ajena que un día nos vio amarnos. Recordé tu olor, recordé tu piel, recordé tu amor. No, el olvido a veces no hace bien su trabajo.