Y cuando pensaban que estaban cerca de llegar a la cima, ella
se tropezó y cayó varios metros a bajo.
Su compañera, con determinación y
firmeza tomó la cuerda y le gritó enérgicamente que no se rindiera, que podía lograrlo,
podría subir. Ella tomó fuerzas y empezó a subir, poco a poco, animada por el
entusiasmo de su compañera.
La alcanzó y agitada le sonrió invitándole a continuar su ascenso
con la mirada.
Pero pudo darse cuenta que su compañera tenía la mirada perdida hacia la nada.
Se
dejó caer.
Ella intentó animarla a subir y continuar en la escalada, así como
su compañera le había animado. Le gritaba y agitaba con fuerza la cuera que la sostenía por la espalda, pero su compañera no reaccionaba. Seguía viendo fijamente hacia
el vacío.
Dudaba el querer seguir ascendiendo. Dudaba en regresar al punto de partida.
Nunca se supo si llegaron a la cima o murieron en el vacío.
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