Acumuló cosas y todos le aplaudieron. Se sentía entusiasmado
y se esforzó por tener más cosas.
Cuando encontró el amor, hizo el mejor sacrificio que él
jamás pensó: Le regaló cosas.
Pero, para su infortunio, ella no quería cosas, ella quería
momentos.
Y como era de esperarse, pasado un tiempo, terminaron.
Ella continuó en la vida disfrutando cada instante que ésta
le regalara, y él, vivió mortificado por las cosas que regaló y que ya no pudo
recuperar.
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