miércoles, 22 de mayo de 2013

domingo, 19 de mayo de 2013

En la oficina.

Y en medio de un silencio sepulcral se escuchan clics que me recuerdan que cada día somos menos humanos.

El tormento.

Me fui a la cama con un poco de desesperación, no sabía por qué, pero el presentimiento no era bueno.

Me dormí.

Desperté repentinamente con un dolor punzante en el hombro izquierdo, posiblemente haya sido la posición así que gire al otro lado para seguir dormido.

Me dormí.

El dolor del hombro derecho fue intenso y me despertó, así que no podía girar al lado izquierdo o derecho por el dolor, tuve que quedarme casi inmóvil boca arriba, no esperaba que se me calmara el dolor, al contrario, sabía que se incrementaría, pero al menos si no movía mis hombros el dolor sería más soportable.

Me dormí.

Desperté cuando me percaté que el dolor punzante de mis hombros estaba acompañado de un dolor punzante de las muñecas y rodillas.

Estaba jodido.

Busqué la manera de colocar mi cuerpo en una posición en la que el dolor fuera más soportable, no que desapareciera, solo que fuera soportable. No fue así.

Estaba jodido.

Traté de levantarme de la cama pero el dolor era muy intenso, así que con mucho esfuerzo y dolor pude incorporarme en la cama. Ponerme de pie fue un calvario.

Estaba jodido.

Lentamente me dirigí a la cocina a tomar el medicamento y retorné a la cama. Intenté dormirme, pero el dolor me recordaba que el sufrimiento no había terminado. Cuando el medicamento empezó a hacer efecto sentí un leve descanso, muy pequeño, pero lo pude sentir.

Soñé.

Logre quedar en una posición en la que por un segundo no sentía dolor, era la mejor sensación que había sentido en toda la noche.  realmente disfruté ese momento.

Soñé.

El despertador sonó y maldije mi suerte, pero agradecí el hecho de haber sobre llevado la noche del tormento.  El amanecer me indicaba que todo había terminado y pensé que era posible que un día podría llegar a dormir bien.

Soñé.

Una vida de descuidos y desordenes me llevó a sufrir las consecuencias y me di cuenta que la artritis reumatoide no perdona. En la actualidad recibo tratamiento y estoy estable. Sin embargo, sueño en el día que esta enfermedad sea cosa del pasado y deje en paz a miles de personas que, como yo, en algún momento sufrimos su tormento.