miércoles, 21 de marzo de 2018

Bienvenida

El día había iniciado gris y el frío de la noche ya se mezclaba con el calor del día y el humo negro de los vehículos que, en macabra procesión, llevaban a sus ocupantes a celdas de concreto donde ayudarían a construir la destrucción de la vida venidera.

Sin embargo, el loco se suspendió en el aire y escapó al lado contrario del sinsentido y la sin razón. Subió por el cerro hasta que el caos se quedó cubierto por la nube gris, que mientras ascendía, logró ver a la distancia.

Cuando llegó al lugar que lo vio nacer, el sol ya estaba brillando, y el cielo azul le dio la bienvenida. Corrió a los brazos de su gitana y juraron romper sus cadenas y fundirse en el conocimiento del sol y las estrellas.

-->

Puñado de letras

Y ahí estaba, sentado a la puerta de aquel taller mecánico. Solo, alejado del mundo, inmerso en las páginas de ese libro de pasta sucia por la grasa de sus manos.

De pronto, lo vi levantar los ojos a la nada, sonreír con satisfacción para acomodarse en su asiento improvisado y volver a introducirse en el mundo que en ese momento, él estaba viviendo.

Y es que, en ocasiones, el mayor placer se encuentra en un puñado de letras que nos hacen imaginar.