miércoles, 1 de enero de 2014

Alguien que sobrevivió al 2013.

Comencé el 2013 con un pequeño dolor de espalda, era obvio pues tenía treinta libras de sobre peso, pero eso no evitó que mi primera comida fuera abundante. Lo que yo no sabía era que el nuevo año me traería grandes lecciones. 

Solo seis días después el gran Don Oswaldo decidía partir de este mundo dejándonos un gran vació en el corazón pero un sin número de sonrisas y recuerdos que nos acompañó el resto del año. Con mucho esfuerzo llevé el ataúd a su última morada pues empezaba a sentir los síntomas de lo que sería una de mis peores crisis de artritis en mis veinte años de padecer la enfermedad.  Llegó un punto en el que mi gitana debía ayudarme a vestirme y llevarme al vehículo para que me fuera a trabajar.  No miento cuando digo que me dolía todo el cuerpo, todo.

Vi un rayo de esperanza cuando escuché que una de mis bandas favoritas de Heavy Metal venía a tocar a mi país.  Los había esperado por más de veinte años, pero no fui al concierto. Ese mismo día de febrero tuve lo que el cardiólogo luego diagnosticaría como “ataque isquémico transitorio” que me dejó suspendido por un par de semanas.  Mi colesterol estaba por las nubes y los años de desmedidas comidas y bebidas estaban pasando la factura.  Eso, aunado con los problemas artríticos hizo que mi ánimo decayera.

Empecé un riguroso tratamiento para mejorar mi salud, pero, como era de esperarse, la dieta debía ser estricta pues debía controlar mi corazón y la artritis.  Como consecuencia empecé con problemas de ansiedad que me hicieron casi enloquecer.
Me despertaba por las noches con la sensación de una muerte inminente y debía llamar a los paramédicos para que pudieran estabilizarme.  Vaya si en este 2013 no hice llorar a mi gitana y  a mi madre.

Llegando la mitad del año nos despertamos de madrugada desesperados pues mi gitana sufría a consecuencia de un dolor insoportable a su costado derecho.  Tuvo que ser intervenida en el hospital para ser extraída su vesícula.  Ahora tenía la oportunidad de retribuirle en cuidados lo que ella había hecho conmigo durante todo el año; dolía el cuerpo, pero cuando se ama a tu compañera de vida se hace con satisfacción, sentí que esos momentos  nos unían más. Mi amigo, mi gran amigo que es como mi hermano me daba fuerzas para seguir adelante, y en algún momento pensé ver a mis familiares y amigos, a mi gitana y a "los higos" desde la gradería dándome ánimo mientras recorría la carrera del 2013 ¿podré llegar a la meta?

Sin embargo, en la otra gradería me pereció ver a mis detractores que se tomaron el tiempo de recriminar mi ateísmo y “dar gracias a dios” por nuestro sufrimiento, atribuyendo un “castigo divino”. Me obligaron  a decir “si he de morir será luchando de pie y no de rodillas” lo que para mis acusadores fue mi condena de muerte. En efecto, hubo falsas amistades que se empezaron a regocijar por mi inminente condena “jamás terminarás el 2013”.

Unos amigos muy queridos -de esos amigos sinceros que te estiman seas como seas- llegaron de visita y cuando se retiraban y los acompañaba a la salida tuve mareos y terminé en el suelo.  Uno de ellos (médico de profesión) me dijo “creo que tienes problemas de presión” así que comencé una nueva etapa de tratamientos y medicamentos para controlar mi salud.

Todos esos momentos difíciles afectaron a mis higos y mi gitana se vio en aprietos, pero siempre hubo ánimo y esperanza.  Siempre tuve a mi gitana a mi lado, a los higos allí, acostados a mi lado, a mis padres al pendiente, a mi gran amigo, a mis amigos, a mis buenos amigos a mi lado, dándome fuerzas y animándome; y si bien es cierto que no pude ser muy sociable este 2013 ellos siempre estuvieron allí ¿ahora si vamos a ir a tomar fotos? No faltó la eterna invitación de mi amigo que siempre estuvo a mi pendiente.

Todas las risas, los buenos momentos, los amaneceres, el viento, la lluvia, la música, todas esas pequeñas cosas que alegraron mis días y me dieron fuerzas son las que me hicieron sobrellevar el 2013 y si bien es cierto que podría estar enfadado o molesto por el año recién pasado, en realidad me siento agradecido, pues pude tener una visión de la realidad, de lo que importa y de lo que es relevante. 

Ahora aprendí a tener un cuerpo sano, a que el ejercicio no solo es para beneficio del cuerpo sino que puede ser tomado como momento de compartir con la familia, con la pareja.  Aprendí que un amigo esta allí, en las buenas y en las malas, que hay gente negativa que hay que pasar por alto y que cada momento se debe vivir con intensidad, como si fuera el último momento de tu vida, y aprendí que las cosas que vienen en cada año no se recriminan ni se discuten, se aceptan y se llevan con optimismo y confianza.

El 2014 debe ser un año de más investigación, de lectura, de conocimiento pero también de  esperanza, de salud y ejercicio, de amistad y sobre todo de amor. ¿suena cursi o trillado? Posiblemente, pero recuerde mi querido lector que lo esta escribiendo alguien que lo experimentó, alguien que sobrevivió al 2013.