Comencé el 2013 con un pequeño dolor de espalda, era obvio
pues tenía treinta libras de sobre peso, pero eso no evitó que mi primera
comida fuera abundante. Lo que yo no sabía era que el nuevo año me traería
grandes lecciones.
Solo seis días después el gran Don Oswaldo decidía partir de
este mundo dejándonos un gran vació en el corazón pero un sin número de
sonrisas y recuerdos que nos acompañó el resto del año. Con mucho esfuerzo
llevé el ataúd a su última morada pues empezaba a sentir los síntomas de lo que
sería una de mis peores crisis de artritis en mis veinte años de padecer la
enfermedad. Llegó un punto en el que mi gitana
debía ayudarme a vestirme y llevarme al vehículo para que me fuera a
trabajar. No miento cuando digo que me
dolía todo el cuerpo, todo.
Vi un rayo de esperanza cuando escuché que una de mis bandas
favoritas de Heavy Metal venía a tocar a mi país. Los había esperado por más de veinte años,
pero no fui al concierto. Ese mismo día de febrero tuve lo que el cardiólogo luego
diagnosticaría como “ataque isquémico transitorio” que me dejó suspendido por
un par de semanas. Mi colesterol estaba
por las nubes y los años de desmedidas comidas y bebidas estaban pasando la
factura. Eso, aunado con los problemas
artríticos hizo que mi ánimo decayera.
Empecé un riguroso tratamiento para mejorar mi salud, pero,
como era de esperarse, la dieta debía ser estricta pues debía controlar mi
corazón y la artritis. Como consecuencia
empecé con problemas de ansiedad que me hicieron casi enloquecer.
Me despertaba por las noches con la sensación de una muerte
inminente y debía llamar a los paramédicos para que pudieran
estabilizarme. Vaya si en este 2013 no
hice llorar a mi gitana y a mi madre.
Llegando la mitad del año nos despertamos de madrugada desesperados
pues mi gitana sufría a consecuencia de un dolor insoportable a su costado derecho. Tuvo que ser intervenida en el hospital para
ser extraída su vesícula. Ahora tenía la
oportunidad de retribuirle en cuidados lo que ella había hecho conmigo durante
todo el año; dolía el cuerpo, pero cuando se ama a tu compañera de vida se hace
con satisfacción, sentí que esos momentos
nos unían más. Mi amigo, mi gran amigo que es como mi hermano me daba
fuerzas para seguir adelante, y en algún momento pensé ver a mis familiares y amigos, a mi gitana y a "los higos" desde la gradería dándome ánimo mientras recorría la carrera del 2013 ¿podré llegar a la
meta?
Sin embargo, en la otra gradería me pereció ver a mis detractores
que se tomaron el tiempo de recriminar mi ateísmo y “dar gracias a dios” por
nuestro sufrimiento, atribuyendo un “castigo divino”. Me obligaron a decir “si he de morir será luchando de pie y
no de rodillas” lo que para mis acusadores fue mi condena de muerte. En efecto, hubo
falsas amistades que se empezaron a regocijar por mi inminente condena “jamás
terminarás el 2013”.
Unos amigos muy queridos -de esos amigos sinceros que te
estiman seas como seas- llegaron de visita y cuando se retiraban y los
acompañaba a la salida tuve mareos y terminé en el suelo. Uno de ellos (médico de profesión) me dijo “creo que
tienes problemas de presión” así que comencé una nueva etapa de tratamientos y
medicamentos para controlar mi salud.
Todos esos momentos difíciles afectaron a mis higos y mi
gitana se vio en aprietos, pero siempre hubo ánimo y esperanza. Siempre tuve a mi gitana a mi lado, a los higos allí, acostados a mi lado, a mis padres al pendiente, a mi gran amigo, a mis
amigos, a mis buenos amigos a mi lado, dándome fuerzas y animándome; y si bien
es cierto que no pude ser muy sociable este 2013 ellos siempre estuvieron allí
¿ahora si vamos a ir a tomar fotos? No faltó la eterna invitación de mi amigo
que siempre estuvo a mi pendiente.
Todas las risas, los buenos momentos, los amaneceres, el
viento, la lluvia, la música, todas esas pequeñas cosas que alegraron mis días
y me dieron fuerzas son las que me hicieron sobrellevar el 2013 y si bien es
cierto que podría estar enfadado o molesto por el año recién pasado, en
realidad me siento agradecido, pues pude tener una visión de la realidad, de lo
que importa y de lo que es relevante.
Ahora aprendí a tener un cuerpo sano, a que el ejercicio no
solo es para beneficio del cuerpo sino que puede ser tomado como momento de
compartir con la familia, con la pareja.
Aprendí que un amigo esta allí, en las buenas y en las malas, que hay
gente negativa que hay que pasar por alto y que cada momento se debe vivir con
intensidad, como si fuera el último momento de tu vida, y aprendí que las cosas
que vienen en cada año no se recriminan ni se discuten, se aceptan y se llevan
con optimismo y confianza.
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