Hoy sábado fue un día de quehaceres y mercado. Junto a mi musa inspiradora salimos de casa y de camino me percaté que a la llanta de mi bici le faltaba aire, así que pasamos a la estación de servicio que estaba en el camino por un poco de aire.
Al llegar al sitio tuvimos tiempo de observar una escena que me llamaría poderosamente la atención.
Una mujer dentro de su vehículo hacía señas a uno de los empleados para que se acercara a su auto. Por los exagerados ademanes pude saber que solicitó que le repararan su neumático que estaba completamente desinflado. El empleado retira el neumático y le indica a la mujer que la llanta esta estropeada y no tiene reparación.
-Señora, creo que usted rodó varios metros con la llanta en mal estado, no se puede reparar, hay que cambiarla.
-No puede ser, si solo vengo con la llanta en ese estado unos cuantos kilómetros, no es para tanto ¡arregle la llanta!
-Señora, la llanta esta partida, no se puede reparar.
-¡Pues que esta esperando para colocar la llanta de repuesto inútil!
...Pude ver perfectamente un porta equipaje repleto de objetos, papeles, equipo de reparación disperso y una llanta oxidada entre los escombros...
-Señora, su llanta de repuesto esta estropeada también, no se la podré cambiar.
-¡Entonces coloque todo como estaba, no quiero nada!
La mujer se marchó del lugar con la llanta desinflada y bamboleando a punto de salirse.
Nos sonreímos, inflamos la llanta y nos fuimos a por las compras del mercado.
Comprando las verduras frescas típicas del lugar pudimos ver a una mujer acompañada de su hija y madre. Siempre me parece interesante ese tipo de escenas porque me agrada ver tres generaciones compartiendo un buen momento.
Sin embargo en esta escena había algo disonante. La madre remedaba a su hija con voz burlona en cada intervención de esta y, peor aún, colocaba a su madre en tremenda presión.
- ¡mama apúrese y escoja un buen elote!
- ¡mama, deje ese elote y escoja unas uvas!
- ¡mama apúrese, que tenemos que hacer el almuerzo!
- ¡mama deje de estar viendo esas uvas y busque el elote que le pedí!
La anciana volvió a ver a su al rededor y solamente sonrió.
Al salir de hacer las compras vimos a la primar mujer del neumático averiado sentada placenteramente en la plaza de comida rápida riendo a carcajadas mientras tomaba una soda y hablaba por celular.
Por pura curiosidad busqué su vehículo en el estacionamiento solo para percatarme que, efectivamente, el neumático aún seguía estropeado y, ahora, el aro también presentaba gran daño.
...Todo apuntaba a que esos dos personajes arruinaría el día de cualquiera...
Don José, el hombre de la estación de servicio después que la primera mujer se fue sonrió y dijo "tiene ese carácter porque le falta marido" a lo que todos en el lugar reímos, algunos, propusieron sus propias teorías del porqué esa mujer actuaba de esa forma y otros, especularon el desenlace fatídico que ella tendría ese día. Un mal elemento de la sociedad no logró amargar a los demás, sino más bien, propicio unas fuertes carcajadas en una estación de servicio.
Sarita, la chica que vende verduras en el mercado, mantuvo la cordura y se concentró en ser amable y atender a las personas que estaban comprando; los compradores hicimos lo mismo. La señora que se burlaba de su hija y presionaba a su madre se dio cuenta que estaba siendo ignorada y poco a poco fue bajando la voz hasta quedarse callada sabiendo que estaba quedando en ridículo.
Y yo, pensé en contarle a usted lo sucedido el día de hoy para que se sonría y piense que por cada lacra en el mundo hay personas inteligentes y positivas que hacen que los días sean buenos, eso si, hay que ser optimistas y sensatos como Sarita y don José.
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