viernes, 20 de febrero de 2009

e-ermitaño


Aún no llego a entender cómo la mayoría de personas de la red toman el tiempo para ello. Trabajo la mayoría de mi tiempo, y luego me dedico a lo más importante en mi vida: mi familia. Cuando me sobra tiempo me divierto en lo que me gusta: tomar fotografías y escuchar música. Traté durante un tiempo de seguir la frenética tarea de estar conectado al Messenger y mientras hablaba con un par de “amigos virtuales” revisaba mi correo electrónico para ver si había caído otro “spam” checaba mi sitos en Facebbok, Myspace y Hi5 para agradecer las muestras de cariño de otros “amigos virtuales” (cuando los tenía) y luego pasaba dando un vistazo a mi flickr, y mis blogs para estar al pendiente de todo. Obviamente no podía hacer todo eso en la oficina, así que mi actividad en la red se pasó a la noche. Lo más triste de todo era que al terminar mi camino en Internet y dejar satisfechos a un montón de gente que pocas veces veía en persona; mis hijos, la razón de mi existir ya estaban dormidos. Mi esposa me decía que me amaba pero a través del chat, si, aunque estuviéramos bajo el mismo techo. La decisión mi querido lector fue la de esperarse. No puedo renunciar a la tecnología; necesito de ella, pero encontré en los blogs la forma de expresarme, de desembocar mis pensamientos, de ser quien soy. Cerré la mayoría de correos para quedarme con dos. Cerré mis páginas en las comunidades; cerré el Messenger y el flikr lo veo de vez en cuando. Ahora he destinado horas específicas para Internet y en cambio puedo salir a caminar con mi familia. Ir a la tienda de la esquina a comprar helados, andar en bicicleta, junto con mi esposa acostar a nuestros hijos y luego conversar tomando café y analizar porqué ahora nos amamos más que ayer. Pienso que ya no tengo contabilizado a 1000 amigos, y que pareciera que me estoy quedando “out” y posiblemente cuando crezcan mis hijos serán presas de la tecnología y se encierren en sus cuartos a tener mil amigos; no importa porque al final recordarán los dulces que su papá les compró en la tienda de la esquina.

Si, mi vida es simple y así espero que continúe, y si me disculpan saldré en bicicleta con mis hijos.