martes, 19 de octubre de 2010

Con chucherías y gaseosas

Jugando un buen videojuego me escapé de la realidad. Yo era un épico guerrero en búsqueda de restaurar el orden que yo mismo había roto. En esa cruenta batalla destruí enemigos, salvé a la bella princesa y vencí al mal. Y lo mejor de todo, pude retroceder el tiempo. Muchos creen que el jugar un videojuego así es una pérdida de tiempo, que es una burla a Dios o a la sociedad. Que doy mal ejemplo a las futuras generaciones y que estoy enseñando violencia a mis hijos. Sin embargo ¿cómo le explicas eso a dos niños que lucharon junto a su padre y vencieron al mal? Tal vez mis hijos no entiendan aún muchas cosas, pero saben que si haces algo mal debes repararlo en la medida de lo posible. Ellos saben que esa "perdida de tiempo" fue invertida en ellos, con chucherías y gaseosas; en esas eternas batallas tuve el tiempo suficiente para explicarles la diferencia entre el mundo real y el virtual, que una herida en el videojuego es simplemente presionar un botón y que en la vida real tiene efectos devastadores. Ellos creen que soy su héroe en la vida real, pero su compañero de batalla en el mundo virtual, y que si tenemos diferencias u opiniones encontradas se pueden resolver con una partida de autos. Yo no quiero pretender ser un padre perfecto, de hecho la mayoría cree que soy un mal padre (y tal vez lo sea) pero mientras llegue el tiempo que las dos personas más importantes en mi vida me juzguen, yo seguiré luchando contra el mal al lado de esos dos grandes guerreros que me acompañan. ¡allí viene Kaelena con las aguas!