Vio con satisfacción su auto nuevo, ese de fabricación europea,
si, de esos escasos en su país. Lo cuidaba con esmero y lo conducía con orgullo.
Un día, llegó por un café a una calle donde las personas
admiraban su posesión. Pero al salir, el auto no estaba. Lo habían robado.
Molesto, derrotado y en su frustración, decidió conducir ese
auto viejo y desgastado del fondo del garaje.
Perdió el sueño pensando en reunir nuevamente los fondos
para comprar otro auto nuevo; Pensaba cómo conseguiría un seguro, una alarma
anti robos, de todas las precauciones que debía tener, qué gente debía evitar,
todo para que no le volvieran a robar su futuro auto.
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