Se despertó por un
pequeño sonido que escuchó a la distancia, parecía como si una rama se hubiera
roto y después un profundo silencio. Los animales no actúan así.
Muy despacio tomó su
lanza y se aferró a ella mientras trataba de abrir lo más que podía sus ojos
para poder ver en la oscuridad.
Tenía el panorama
cubierto frente a él, pero su espalda y todo lo que ahí sucediera era un
misterio. Trató de desarrollar su sentido del oído y confiar en él mientras
seguía tratando ver en el horizonte a su posible agresor.
Cuando escuchó una
hoja crujir levente sabía que el ataque era inminente. Como era de esperarse,
venía por su espalda. ¿Era uno, eran diez, los atrajo el fuego de horas atrás,
o simplemente el destino los había reunido en aquella parte lejana del bosque?
Empuñó fuerte su lanza
y con sudor en la frente esperó a que el sonido fuera más cercano. Cerró los
ojos y pudo escuchar partirse el viento con lo que pudo imaginar era un hacha
que venía hacia él.
Sin pensarlo dos veces
levanto con fuerza su lanza, más o menos a la distancia de su propia cabeza,
mientras dando una vuelta se lanzó hacia atrás. Sintió que su lanza se había
clavado en algo y al rodar su cuerpo topó con un par de pies que temblaban. El
golpe había sido certero, le había clavado su lanza en la quijada y le había atravesado
la cabeza.
Sabía que era sangre
la que lo salpicaba, aunque por la noche no pudo verla. Siguió rodando hacia
atrás hasta topar su espalda a un árbol. Vio hacia todos lados para buscar
nuevos agresores, pero no había ninguno.
Se acercó al cadáver
para recuperar su lanza y pudo darse cuenta que había asesinado a un espía de B'alaj
Chan K'awiil. Quitó su calzado, su hacha y unas cintas de cuero. Colocó una
piedra en el pie y clavó una rama en la misma posición donde él le había
clavado su lanza. Reordenó las hojas del lugar, ocultó el fuego y se fue.
Cambió el rumbo y
aunque se tardó más, al fin llegó a Petexbatún. En la plaza de Dos Pilas escuchó
la historia del espía de B'alaj Chan K'awiil que después de violentar y matar a
Atziri se escondió en el bosque y tropezando con una piedra encontró su muerte.
La gente hablaba de la intervención de Yum Cimil y él, observando de lejos, únicamente
agradeció estar aún con vida.
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