martes, 31 de mayo de 2016

La joven, el anciano y la nube

El anciano subió a lo más alto de la montaña y entre llantos y deseos recordó a su amada. Gritó y soltó su pena al viento. Aún pudo escuchar cómo su eco se desvanecía en la distancia. Fue hasta ese día que encontró reposo.

Esa pena viajó en el aire y fue absorbida por una nube blanca, de esas esponjosas que se dejan ver en los cielos de noviembre. La nube, al recibir tanto llanto y dolor se entristeció y gris deambuló por los cielos hasta que un día de mayo no pudo más. Lloró desconsolada hasta quedar seca y blanca de nuevo.

El llanto copioso de la nube cayó sobre la ciudad y empapó todo a su alrededor, incluyendo aquel tejado donde la joven lloraba por un amor perdido. Ella aún no puede explicarlo, pero esa lluvia que limpio su llanto y le dio reposo, también le hizo entender que hay personas que sufren aún más por amor.

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