Vuelves a crujir y te
asustas. En tu interior sabes perfectamente lo que pasa y te angustia. Pero
continúas e intentas hacer las cosas para la que fuiste creada.
Sabes que eres la
ayuda idónea que nadie reconoce, pero que sin ti, tu dios estaría perdido.
Ahora solo esperas que
lo inevitable tarde en llegar.
Tal vez no serás tú la
primera, tal vez todo pase, tal vez tu dios muera primero.
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