Y en un momento de
silencio, a mitad de la noche se despertó gritando y llorando. Aterrado y
desesperado siguió llorando hasta que el amanecer interrumpió su agonía. Sus lágrimas
se fueron secando y se incorporó sin expresión en su rostro, esperando que un
día al tiempo se le antojara curar sus heridas.
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