Con
atención y una gran curiosidad comenzó la lectura. Al poco tiempo se confundió
y enredándose en el texto sus ojos se abrieron con el asombro. Sintió el
sobresalto de su corazón que empezó a latir con fuerza mientras continuaba con
la agobiante redacción que cristalizó sus ojos.
El
temor, odio, compasión, rabia y amor se entre mezclaron en un torbellino que
saturó su cabeza y su corazón. Se sentía ofuscado.
Las
últimas líneas lograron resbalar una lágrima por su mejía y aunque no lo
esperaba, aunque no quería hacerlo, sabía perfectamente que la única opción que
tenía era tomar una decisión.
Al
final de cuentas la hizo, y fue la mejor opción la que tomó.
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