viernes, 8 de abril de 2016

Elsa

Le conoció de niña como su maestro en la escuelita del barrio.

Años después sus vidas se cruzaron y aunque su corazón aún latía por los brazos ausentes caminó a
su lado.

Con el tiempo aprendería a amarlo.

El camino fue largo y gran parte de él en subida. Ella soportó.

Con ocurrencias, caprichos, llantos y alegrías las cenizas del tiempo cubrieron sus cabezas.

Seguían juntos.

Fue una mañana cuando el ángel de la muerte tocó la puerta y sin decir una palabra se lo llevó.

Ella lloró.

Hoy recuerda con nostalgia y alegría a su guía, a su amor, a su maestro.

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