Pronto mi ser se desprende de mi cuerpo y llega a las puertas del infierno para gritarle en la cara al diablo.
Aprieto los dientes mientras mi cabeza entra en el torbellino que tus cuerdas de acero aceleradas han creado. A lo lejos puedo escuchar un denso sonido que despedaza el silencio con golpes dobles de poder que ensordecen el ambiente.
Con palabras contundentes, sin pedir permiso te adueñas de mis pensamientos y tu ideología transforma mis neuronas. Me cambias la vida.
A mitad de esa fuerte sensación, tus notas chillan en un solo perfecto. Siento en mis venas que la sangre se convierte en metal. Estoy fuera de sí.
Y así como llegas, contundente, pesado, arrogante, de pronto te detienes para irte dejando un chasquido que se pierde en el ambiente. Me has poseído.
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