La pobreza de su familia le hizo jurar tener abundancia en
su mesa, y así lo hizo: Trabajó muy duro y se levantó desde las cuatro de la
mañana para trabajar arduamente. Le llegó la madrugada planificando y dedicó
los fines de semana a evaluar su propio desempeño.
Cuando la mirada de amor se cruzó por su camino, aprovechó la
oportunidad para incluirla en sus negocios y terminó volviéndola su empleada. Se
aprovechó de sus familiares y amigos, todo para tener la posición económica que
tanto deseaba.
Cuando el tiempo se lo permitió, se dedicó a dar charlas
motivacionales, invitando a las personas a trabajar para hacer dinero, y en su
afán, escribió libros que vendió con buenas ganancias.
No parpadeó cuando le ofrecieron un puesto en el gobierno, y
con sus grandes habilidades, generó ganancias para el presidente, y para su
propio bolsillo. Sentía que había rozado el cielo. Compró casas, carros y
motos, viajó y alquiló el amor. Levantó las manos al cielo y con una amplia sonrisa desafió a los
dioses.
Satisfecho, por fin se sentó unos minutos a beber mientras miraba el
horizonte plagado de rascacielos.
Hoy, será llevado a dar declaraciones a los tribunales. Si
bien le va, su condena será corta y saldrá de prisión a los ochenta años, de lo
contrario, le espera una condena severa, o tendrá que esperar en la esquina de
su celda, que en un motín, sus adversarios vengan por su cabeza.
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