En mi alma herida se escuchó un trueno.
Distante, a lo lejos.
Suavemente, mi alma sintió una brisa, y el trueno se escuchó
claro en mis oídos.
Estaba ahí.
De pronto, de golpe, mi alma se llenó del trueno, la lluvia
y los rayos.
Sentí la tormenta en mi interior, y su canto revivió mi alma
que se levantó con un grito ensordecedor.
Estoy de pie.
Voy a luchar.
Voy a vencer.
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