Dos catalejos viejos fueron suficientes para que tu figura
se clavara en mi mente. Desde ese momento, comenzó una persecución que terminó con
tu cintura entre mis brazos. No paramos.
Ocho excusas tuve para compartirte lo que mi corazón cantaba.
Y es que desde un ochenta y ocho mi canción te había buscado, y en ese momento,
te había encontrado.
Siete años pasaron para que nuestras almas se replicaran, y en ese espiral, el nuevo camino inició.
Cuatro corazones latieron dos mil metros sobre el nivel del
mar, recorriendo sus senderos sobre dos ruedas.
Dos almas, al final de los tiempos, recorrerán los rincones del mundo, y
acariciarán a los amantes, susurrando en sus oídos, para vencer las adversidades.
…Mi canción te avisó, y tú supiste llegar…
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