La filosofía les esperaba, ansiosa de volverse el centro de
atención. Entonces, entre las tinieblas, fueron apareciendo, hasta que las nueve mentes se congregaron, y circulando los cristales marrones, sintieron las fuerzas de esbozar el conocimiento en
atrevidas intervenciones.
De lo general a lo particular, se gestaron las teorías, y una
carcajada irrumpió el silencio para recordar que aún seguían siendo mortales. Las
ideas se ordenaron y se sentaron propuestas que alimentaron los corazones
goliardos que fortalecía la luna.
Se sintieron uno.
El momento se cumplió y con la promesa de otro ritual, las
mentes se dispersaron. Ahora, ocultos entre las almas domesticadas, las mentes
inyectan la sabiduría, que en un futuro, les recompensará su atrevimiento.
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