Tres leyes y un video.

Realmente tenía muchas ganas de escribir sobre la temática; pero no quería parecer otro que escribe con el hígado en la mano cuando habla de temas de su país.
En el caso que me compete (Guatemala) apareció un vídeo grabado por el lic. Rodrígo Rosenberg acusando al presidente, su esposa y otros funcionarios de su muerte. Ese no era el problema, el problema surgió porque el que acusaba efectivamente fue asesinado. Este hecho generó una serie de reacciones que colocó a mi querida "Guatemañas" literalmente de cabeza. ¿El presidente es culpable? a la fecha de escribir estas líneas la pregunta no ha sido respondida, y el caso se ve más confuso como determinar si la gripe AH1N1 es una pandemia neutralizada por el poder de la comunicación global o si es una treta comercial de las farmacéuticas mundiales.

Aunque el caso es muy delicado, no pude resistirme a esbozar una sonrisa al ver la rica simbología que se gestó en estas delicadas semanas: por ejemplo y retornando a la gripe AH1N1 las recomendaciones eran claras "no se congreguen en masa" sin embargo los chapines unidos (ahora sí olvidándose por un momento de sus diferencias) se congregan en masa gritando, sudando, abrazándose, tomando agua de la misma botella y en fin, toda una fiesta e invitación a ser infectados también. Sin tomar en consideración que logré escuchar a algunos grupos molestos porque los casos en Guatemala era pocos... ¡ahora querían más contagios de la gripe en el país!

Todo este jolgorio social generó una pronta acción del gobierno de turno y no fue ni más ni menos que publicar una serie de anuncios que sugerían que "los ricos querían quitarle el presidente a los pobres" algo que muchos de los guatemaltecos aprovecharon para sus propios intereses. Claro que en ese momento tenso de una posible lucha de clases las magníficas leyes locales nos sorprende de nuevo y paf ¡pánico financiero! y el pobre @jeanfer de la red social Twitter es llevado preso como un ejemplo que la ley de pánico financiero era seria y real. Y claro, la mejor forma era llevar a una persona que emitió un comentario en Internet y arruinarle la vida imponiéndole una multa de Q50,000.00 ($6,250.00 aprox) para demostrar que en este país no se toleran los "chismes" electrónicos, si pero ¿y el asesino del lic. Rosenberg?

Mientras la tensión aumentaba en la población guatemalteca los académicos salieron a los parqueos de las universidades a conversar sobre la problemática tomando café y degustando de un cigarrillo, pero claro, las extraordinarias leyes ya se habían adelantado y una comisión de educadísimas personas doctas en la materia empiezan a revisar que la flamante ley antitabaco se efectuara y ahora los académicos ya no pueden fumar en el parqueo, todo porque la ley expresa claramente que no se puede fumar en lugares "cerrados" y como el parqueo de una Universidad tiene garita, entonces ya es cerrado y la ley toma vigencia; pero en lugar de su propiedad la persona si puede fumar (según la ley) pensé ¿y si un académico fuma dentro de su vehículo pero dentro del parqueo de la Universidad? o peor aún ¿qué harán estos expertos investigadores si llegan a un taller de motos y los mecánicos están fumando? claro, la ley es muy específica: lo que contamina es el cigarro y no el humo de una inocente motocicleta de dos tiempos.

¿Motos he dicho? perdón, es otro tema que tampoco se puede tocar porque las nuevas leyes ya se ocuparon de eso también; y es que resulta que ahora no pueden circular dos personas en una motocicleta y deben llevar el número de la placa en el caso y en un chaleco. Los orígenes de esta ley tienen un buen fundamento: los sicarios. Ellos utilizan motos para sus crímenes y por eso apareció la ley. Y la ley, por lo tanto se construyó con total "coherencia". Se imagina usted a un sicario que se gana la vida matando gente por dinero, ¿comprando su calcomanía para el casco y para su chaleco? Ahora no esbocé una sonrisa sino una carcajada. Yo no soy asesino ni delincuente ni mucho menos, pero no pasaron ni cinco minutos antes de darme cuenta que los sicarios y maleantes encontrarán como mejor manera robar un caso y un chaleco a un pobre mensajero, matar a alguien y esperar a que el primero vaya preso; total el asesino ¿no llevaba la placa de la moto en su casco? y que tal si ven a un motorista que lleva a su hijo de siete años al colegio: seguro los apresarán porque se presumirá que el papá era el conductor y el "enano" era el asesino.

Sin embargo, luego de esta reflexión irónica ya no río, sino más bien una mueca de desaliento llega a mi rostro. Pienso en el pobre Twittero que ya no podrá comprar una casa porque tiene una gran deuda que pagar, que una persona decente que trabaja arduamente ahora se tiene que esconder como un criminal solamente por tener el vicio de fumar. Pienso en las familias que se les arruinó su sueño de progreso y seguridad porque ahora el padre de familia anda con temor que le roben su casco marcado para cometer crímenes y que su esposa tenga que usar el peligrosísimo transporte masivo urbano del país para llegar a su trabajo. Pienso que si se aprueba la ley "pánico literario" su servidor termine preso o con una cuantiosa deuda por pagar. Y a todo esto, el asesino del licenciado Rosenberg aún no ha aparecido.