sábado, 25 de abril de 2009

Llegó al día


Absorto y bañado en sudor despertó aruñando las sábanas. Hacía mucho calor. Se sentó a la orilla de la cama recostando sus codos a sus rodillas y luego, con sus manos llevando el sudor de su cara a su pelo, como limpiándose.

Se levantó y vio por la ventana, ya había amanecido.


Inquieto pero soñoliento lavó su rostro y se preparó un café. Se sentó y tomó a sorbos intercalados con un cigarro a medio terminar; no lo disfrutaba, solo estaba pasando el tiempo: pensando, recuperando su mente, sintiendo a la realidad llegar. Sabía que había soñado, pero estaba inquieto. Aún pensaba en su sueño.

Respiró profundo, se levantó y se duchó. Aún pensaba.


Mientras se colocaba sus zapatos sintió miedo de salir a la calle, no quería que su sueño se volviera realidad.


Salió.


Caminó mucho. Siguió caminando. No se detuvo.


Sin sentirlo su caminar se volvió automático, su mira quedó fija.


Sus hombros se elevaron al punto que casi ocultaban su cuello, sus manos se empuñaron dentro de los bolsillos de su sudadera, su cuerpo se inclinó. Siguió caminando.

Empezó a tropezar con la gente. No escuchaba los reproches ni insultos. Alguien quiso ayudarle pero no reaccionó. Siguió caminando.


Unos policías quisieron detenerlo y hablar con él pero no los veía, no se detenía. Uno de ellos quiso cruzar vista, como si quisiera retornarle a la realidad pero su mirada estaba perdida, solo quería caminar.


Una lágrima salió de su ojo derecho y suavemente resbaló por su rostro sin rasurar. Dejó de caminar, casi se desvaneció.

Mientras solicitaban ayuda él seguía con la mirada perdida, su rostro dejó de estar tenso, casi como el rostro de alguien que ha muerto.

Nadie lo supo, pero en su interior estaba atónito, lo que vio al salir a la calle lo confirmó: su sueño se había vuelto realidad.


Un día pasé de prisa por las páginas de un diario de corte amarillista de mi país. Los asesinatos atroces y las imágenes brutales me hicieron pensar en los horrores que me podrían acontecer si al salir de mi casa una mañana esas noticias llegaran a ser parte de mi vida. Ejemplifiqué a un desafortunado que le sucede exactamente eso: al salir de su casa ve una de estas escenas y esto le trauma.

2 comentarios:

Maria Rocio Yong Figueroa dijo...

me dió escalofrios al leer esto! buenisimo!

Súa Agapé dijo...

esto me dejo inquieta...

O.o