jueves, 20 de diciembre de 2007

A veces no es bueno pensar...

Pensé que a veces no es bueno pensar: Porque cuando piensas y reflexionas vas entendiendo la vida, la realidad, a los demás y a ti mismo; pero al mismo tiempo te das cuenta que la realidad dista de la utopía del ignorante y dejas de ser feliz, porque ¿acaso la ignorancia no te hace reír? y es que el poeta lo dijo claramente "anhelo aquella ingenuidad que me hacía feliz, hoy se que entonces yo era ciego... y era mejor así, esa frágil felicidad se fue y no volverá a lo que queda de mi"
Cuando piensas, y calculas dejas de ser feliz, pero cuando no piensas y actúas por instinto empiezas a renunciar al regalo más grande del ser humano: el razonamiento. En pocas palabras: si piensas dejas de ser feliz, pero si dejas de pensar eres un infeliz. Por eso creo que el pensar te aleja de la simpleza de la vida, el análisis te hace ser una persona inteligente, pero te aleja del credo, de la ignorancia. Y acaso ¿la ignorancia no es la ausencia de sabiduría y esta as su vez es la ausencia de la simpleza? A veces no es bueno pensar.

¿Y que sucede con el amor? El amor pensante dista del amor ignorante, sin embargo, al verlo en retrospectiva ¿cual era mejor? el amor pensante no celebra fiestas de amor, no cree en la permanencia a través de contratos, no cree que unos anillos sellen una relación. El amor pensante cree en la permanencia, en el respeto como persona, en la unión, en la mística. En contraposición el amor ignorante es arriesgado, prohibido impulsivo; pero con el tiempo, al fortalecerse el amor, al desear el bien de la pareja a costas de tu propia felicidad, entonces este mismo amor ignorante llega a ser pensante. Y cuando dejas de amar y encuentras otro amor, cambias el amor ignorante por el amor pensante o viceversa. A veces no es bueno pensar.

El ser pensante cree que la felicidad no está en los negocios sino en la sabiduría, pero otros, en la búsqueda alocada de las riquezas piensan y se vuelven cautos. Existen otros que debido a su ignorancia han arriesgado y fracasan, pero cuando algún ignorante en su insensatez tiene éxito se vuelve un ejemplo para que otros ignorantes prueben negocios de alto riesgo. Eso mismo pasa con la distracción: el pensante argumenta, cuestiona y analiza, para concluir que en su infortunio planificó tan bien que no tuvo tiempo de disfrutar. El ignorante se adentra a la aventura sin pensar en las consecuencias y por lo regular termina disfrutando la distracción. Y si lo vemos a grosso modo pareciera que en el terreno del ocio el ignorante siempre lleva las de ganar al pensante. A veces no es bueno pensar.

Y si renuncias a la sabiduría y te conviertes en ignorante pierdes tu identidad de pensante y si el ignorante se atreve a pensar dejará su esencia aventurera y alocada. Afortunadamente en la vida tenemos etapas pensantes y otras de ignorancia, esa facultad nos hace disfrutar los buenos momentos y razonar cuando parar en otros. En ocasiones somos tan ignorantes que necesitamos un ser pensante que nos frene y en otras, nos constituimos en los cerebros que analizan y frenan la ignorancia.

¿Y yo? Yo no soy pensante, soy solamente un ignorante que empieza a pensar que a veces no es bueno pensar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusta su manera de no pensar mientras piensa! muy buena filosofia por cierto dicen que "la ignorancia es la madre de la admiracion" y pues si yo creo que aveces hay que pensar bien y otras solo ser feliz...