viernes, 1 de septiembre de 2017

Purificó mi mente

Decidí recorrer en bicicleta las calles de mi pueblo para purificar la mente y liberar el alma.

Y llegando a un punto determinado, me encontré con ese joven de condición bastante humilde, que orgulloso estacionaba su motocicleta nueva.

La escena me pareció particular, así que decidí acercarme a él y felicitarlo por su adquisición.

Él inmediatamente me regaló una sonrisa y me platicó un poco de la motocicleta en cuestión.

Sin embargo, de pronto su rostro cambió, cómo que meditó durante unos segundos y acercándose a mí me dijo: “mano, yo anduve mucho tiempo en bicicleta como usted, pero si quiere un buen consejo, vaya a donde yo trabajo y pida empleo ahí. Míreme, yo ya compré mi moto, y si usted se pone buzo, de plano terminará con una moto como la mía”

Sonreí y le agradecí el consejo, nos despedimos y continué mi camino.

Envidié la empatía que me mostró aquel muchacho, no fue egoísta y por un simple cumplido, me regaló su secreto para tener una vida un poco más digna.

No puedo evitar pensar en todas aquellas personas que presumen con sus cosas y si alguien le pregunta el secreto de su supuesto éxito, inmediatamente cambian de tema para no hablar de ello. Ratifiqué que el amor al prójimo no se compra con cosas sino con sencillez de corazón y una gran dosis de abnegación.

Ahora, escribiendo estas líneas bajo el cobijo de la lluvia, deseo, de todo corazón, que le vaya muy bien en la vida a que aquel muchacho que un día, purificó mi mente y liberó mi alma.

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