domingo, 14 de mayo de 2017

Legión

Se cansó, se cansó de entrar a esa red social y verlos, ver su egoísmo, su envidia, su egocentrismo, su odio, su intolerancia, su miedo, su indiferencia.

Para él, fue completamente decepcionante ver cómo discutían, insultaban, y se peleaban por un simple partido de fútbol. Sus prioridades eran confusas.

Fue vergonzoso verlos presumir sus bebidas, sus autos, sus cuerpos, sus cosas, cosas que no los hacían  más grandes, cosas que no los hacían mejores, cosas que los hacía ver estúpidos.

Se lamentó al ver su ignorancia, censurando libros, censurando arte, censurando el pensamiento crítico, promulgando la vulgaridad y la ignorancia como un estilo de vida único y diferente, promoviendo el entretenimiento por sobre el aprendizaje, condenando la ciencia y alabando la ignorancia.

Le dio asco ver su hedonismo, mostrando sus cuerpos semi desnudos al son de alguna frase famosa, los vio patéticos.

Se veían tan ridículos burlándose de todo; del que hace mal, del que hace bien, de la vida, de la muerte, de todo. Sus sonrisas y carcajadas virtuales, gritaban su agonía, su simplicidad.

Le dio temor, mucho temor, entrar a esa red, el basurero de la Internet y verlos discutiendo por religión; peleándose por cómo se debe llamar a algún dios. Burlándose unos de otros: Si unos aplauden, o si los otros rezan a imágenes de yeso, deseando la censura y la muerte de quienes no comparten sus creencias. Fue desconsolador ver muertos por la fe.

Pero lo más horrible fue ver que la solución que proponían a los problemas sociales, era la muerte. Muerte al que se expresa, muerte al que piensa distinto, muerte al que se ve distinto, muerte al que no sigue la corriente.

Vio que todo se resumía en muerte, proclamaban odio, destrucción y muerte. Eran cobardes, detrás de una pantalla deseando derramar la sangre, la sangre ajena.

Así que un día, entró por última vez a esa red, y dejando una despedida fingida, se retiró.  Los dejó; dejó que se siguieran odiando, insultando. Dejó que se siguieran peleando, dejó que se mataran.

Y entonces, de lejos, desde un rincón virtual, envió un mensaje diferente al mundo.

Pero como era de esperarse, solo unos pocos lo escucharon, y es que el resto, al final de cuentas, era solo eran una legión, para él, una legión de idiotas. 

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