Lentamente fue abriendo sus ojos hasta que la noche se hizo visible. Sintió nuevamente el dolor que le hizo dar mil vueltas en la cama hasta que decidió incorporarse. Viendo por la venta sintió la frustración y la desesperación. Se sintió en un abismo. Estando allí escucho esa voz que no es recurrente a esa hora y de pronto recobró las fuerzas para seguir vivo.
Pensó que había razón para seguir luchando y se adentró en la ciudad. Se dio cuenta de la injusticia y desigualdad; de la hipocresía, de la ignorancia y la traición. Pudo ver los ojos del descaro y la mentira pero no sucumbió. Esa pequeña voz había sido más fuerte que todo lo demás.
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