miércoles, 14 de diciembre de 2022
Cansado de danzar en el espacio
lunes, 9 de agosto de 2021
Extraordinario ser
Miserable ser
La soledad y la miseria atormentaban su existencia.
Su pasado le sumergía en el rencor y su presente le ahondaba en la envidia.
Su desgracia era tan grande que le había secado las lágrimas.
Los fines de semana eran oscuros y silenciosos.
Y ansiaba llegar al trabajo solo para borrar la sonrisa de los que lo rodeaban.
No gozaba con ello, pero el rechazo de las personas le hacían compañía.
lunes, 1 de marzo de 2021
La luna jugó conmigo
Me desperté muy temprano a luchar contra la muerte y mientras me enfrentaba a mi faena, entre la neblina vi que se asomaba la luna. Volví a verla, pero se ocultaba de mi, dejaba de verla y se mostraba semi radiante a mis espaldas. Sonreí y continué, pero ella me distraía, juguetona se mostraba y se ocultaba mientras yo me descuidaba.
El señor sol se despertó y se ocupó de rociar la distancia
con su luz, y entonces, la luna aprovechó para salir de su escondite y se
desnudó frente a mí. Su resplandor era intenso y su redondez era perfecta.
Me quedé extasiado ante semejante belleza.
Pero el señor sol se presentó, y ella no tuvo más remedio
que seguir su camino y yo, entendí que era el momento de encerrarme en las
cuatro paredes. Y así, mientras mis neuronas se electrifican para anunciar lo que
aprendí en el pasado, y por la ventana observo al señor sol reinar, no dejo de sonreír
pensando en la coqueta luna que hoy por la mañana jugó conmigo.
jueves, 8 de octubre de 2020
Así se ha escrito
Nos vimos y nuestros corazones se sincronizaron para palpitar al unísono.
Nuestras risas se fusionaron y nuestras almas hicieron el
amor en un arcoíris de estrellas y nubes.
Tú eras un regalo directo de los dioses para mi deleite. Y el
exhalar de tu respiración hacía que mi vida tuviera un sentido.
Con solo escuchar tu voz se derretían mis oídos y mi pasión
ardía de deseo con solo verte frente a mí.
Pero jamás te he besado.
Eres tan distante, como un sueño que ni en mil noches podré
alcanzar.
Y si un día me hablas, cortante me alejaré de tu lado.
Sufriendo, llorando.
Y es que así debe ser nuestro amor; Oculto, distante,
incógnito, efímero, irreal, ilógico.
Porque así se ha escrito.
Si nunca estás… Nunca te irás.
domingo, 16 de agosto de 2020
El teatro de los iguales
Desperté tras bambalinas de
un teatro enorme, un teatro viejo, que la verdad, no olía nada bien. Vi que en
el escenario habían muchas personas que se mecían con las cabezas abajo, sin
expresión, solo se mecían, como si fueran almas en pena. Todos vestían una
túnica blanca y en el cuello, unos grilletes con cadenas que se extendían a lo
alto y se perdían en la oscuridad.
Las cadenas eran distintas unas de otras; unas eran oxidadas, otras con grasa, otras de oro, otras de plata, con diamantes y otras, muy ornamentadas pero manchadas de estiércol. Me di cuenta que las cadenas estaban muy tensas y casi no les permitían a las personas estar de pie, solo de puntitas, por eso se mecían, apenas podían moverse con libertad. Vi al público que efusivo les aplaudía sin parar. Reían y se congraciaban con ellos, haciendo muestras de aprobación. Los aplausos eran tan fuertes que casi era ensordecedor.
Me di cuenta que yo tenía en mis manos dos cadenas nuevas con dos grilletes relucientes y frente a mí, mis hijos vestidos de blanco y muy inquietos, casi temerosos. Entendí que yo les debía colocar los grilletes y sacarlos al escenario, pero no estaba dispuesto a dejarlos pendiendo de una cadena sin casi moverse.
Recordé que yo conocía una puerta y con sigilosidad, pero presuroso, los tomé de la mano y los guié a la salida. Abrí la puerta y en la calle había muy pocas personas; caminaban despreocupados, se les veía tranquilos, sin problemas, en paz.
Les dije que salieran a caminar y que nunca volvieran a entrar al teatro, que solo debían caminar. Ellos me pidieron que los acompañara, pero al querer salir, el grillete de mi cuello me regresó con fuerza. Les sonreí y les expliqué la solución que había planificado, aunque todos sabíamos que simplemente, yo estaba mintiendo.
Aunque tenían lágrimas en sus ojos, al fin de cuentas los convencí de salir de ahí y cuando ellos salieron, la puerta se cerró y la perdí de vista, ya no pude ver dónde estaba la puerta de salida.
Las cadenas que tenía en mis manos poco a poco se empezaron a tensar y para que nadie se enterara que mis hijos habían escapado del teatro, me coloque una cadena en cada una de las muñecas de mis manos y salí al escenario. Todo el público me vio con la cadena estirando mi cuello, casi al borde de la asfixia, y las cadenas que me obligaban a tener los brazos en alto. Ellos inmediatamente aplaudieron al unísono; unos aplaudieron de pie, otros aplaudían fuertemente, y otros me admiraban.
Vi entre el público a mi esposa, pero ella aplaudía a otra persona en el escenario; Estaba como ausente, aplaudiendo y admirando a alguien más ¿Por qué estaba entre el público, por qué no estaba en el escenario? Pero pronto me di cuenta que ni ella, ni el público, ni los iguales del escenario se habían dado cuenta de la ausencia de mis hijos, nadie había notado que ellos habían escapado. Me di cuenta que había tenido éxito en algo, había logrado liberar a mis hijos.
Me empezaron a doler las muñecas por la tensión de las cadenas y entonces entendí el porqué de mi artritis. Me dolió el cuerpo y entendí por qué yo estaba en el escenario, todo era por la libertad de mis hijos, no importaba que yo me quedara con los iguales y mi esposa en el público, si ese era nuestro papel, que así fuera, todo valdría la pena, si mis hijos ahora caminaban fuera del teatro.
Y ahí me quedé, riendo a carcajadas, con la luces sobre mí, entreteniendo al público, siendo parte de los iguales, por toda la eternidad, danzando, actuando, perdido entre todos, sin importarme nada, porque todo había valido la pena, yo moriría en el teatro de los iguales, y mis hijos vivirían siendo libres.
jueves, 13 de junio de 2019
Larga jornada
miércoles, 3 de abril de 2019
Renacer
domingo, 16 de diciembre de 2018
Sonrisas y obsequios
lunes, 12 de noviembre de 2018
Inmerso en el bosque
Al centro del lugar, como queriendo llamar la atención, un grupo de jóvenes estrenando libertad, elevaban la voz, y recitando todas aquellas palabras que un día les prohibieron en casa, se preocupaban por saber cómo transportarse el fin de semana al bar de moda para emborracharse.
A un lado, se encontraban unos ejecutivos que apurados, literalmente tragaban su comida. Hacían llamadas telefónicas y anotaban números en sus computadoras. Uno de ellos interrumpió su almuerzo por atender un negocio.
Del otro lado, unos oficinistas aceleraban los mordiscos para terminar su faena justo antes que el reloj marcara su hora de retorno al edificio contiguo.
Y al fondo, estaba aquel hombre solitario. Se le notaba calmo y apacible; Inclinado hacia la ventana, comiendo despacio y sin apuros. Parecía que su mirada se perdía en el bosque, posiblemente, añorando estar inmerso en él, saboreando un café y respirando el aroma de su amada.
martes, 9 de octubre de 2018
Recuerdo y ausencia
lunes, 3 de septiembre de 2018
Gente mala
miércoles, 4 de julio de 2018
Janis
viernes, 1 de junio de 2018
El relojero. Parte IV
domingo, 27 de mayo de 2018
El relojero. Parte III
Entré.
Toda la variedad de relojes que ahí se encontraban me cautivaron. Habían relojes de todos los tipos y todos los modelos. Antiguos y nuevos, relojes por todos lados. Y al fondo, en una mesa de madera atiborrada de cosas, se encontraba el relojero trabando pacientemente.
Me acerqué a él lentamente y sin pronunciar palabra me dediqué a ver qué hacía. Aunque para ser sincero, no entendía su menester.
El siguió trabajando sin importarle mi presencia, pero al pasar un tiempo dejó sus herramientas en la mesa, me miró, se sonrió y me preguntó ¿Ya reparó su reloj?
El relojero. Parte II
Pero en el reflejo de la vitrina vi que alguien estaba tras de mi. Volví a ver y ahí estaba el relojero que con esa sonrisa que lo caracterizaba y esa voz amigable me preguntó ¿Ya reparó su reloj?
El relojero. Parte I
Las personas pasaban una a una, y yo les revisaba su documentación; Uno, otro y otro.
De pronto, alguien se paró a mi costado pero no tenía documentos.
Lo volví a ver y era un hombre entrado en años, delgado, bajo de estatura, con una gorra vieja y una gabacha que cubría su atuendo. Sus antojos se quedaban a la mitad de su nariz, y él, me miraba por encima de ellos.
¿Tiene sus documentos? Pregunté.
Pero él, sonrió, tomó aire y me preguntó ¿Ya reparó su reloj?
El sueño de un hombre enfrentando su destino
miércoles, 16 de mayo de 2018
Morgue
miércoles, 4 de abril de 2018
¿Qué libro está leyendo?
Siempre estaba ahí, en su banquillo, fiel a sus libros. Con una sonrisa en el rostro o la mano sobre su mejilla, dependiendo cómo las letras de aquellos libros, lo envolvían en sus páginas.
Al entrar al elevador, tu obligación era hacer sólo una pregunta “Y ahora ¿Qué libro está leyendo?” y es que la verdad, daba gusto escuchar la sinopsis que aquel hombre daba de sus libros. Definitivamente, era un fanático a la lectura.
Hoy entré al ascensor y no estaba. Algunos dicen que murió, otros que simplemente desapareció. Pero yo estoy seguro que su deseo se hizo realidad, y un día, sin decirle a nadie, se fue navegando en las líneas de sus textos, hasta llegar al mundo de la literatura, donde gustoso, lo recorrerá por toda la eternidad.
Con respeto y admiración don Edwin.