Escuché un crujido que me tomó por sorpresa. Mientras volaba
por el aire, vi la trompa del pickup que arrastraba mi motocicleta. Durante un segundo,
me sentí aliviado de no estar entre esos hierros.
Caí con el hombro izquierdo, y la inercia me hizo dar unas
vueltas. Metí las manos para evitar que mi cara golpeara el suelo, y
con las puntas de las botas traté de frenarme para finalmente quedar boca
arriba en el suelo.
Inmediatamente traté de levantarme, pero un dolor en mi
pierna derecha me lo impidió. Sentí que me tomaron de los brazos y me llevaron a
la orilla de la calle. vi a mi alrededor rostros desconocidos que me preguntaba cosa y a los pocos segundos pude distinguir a un
bombero revisándome. Le sonreí y le dije “¡já! no me morí” En ese momento, el bombero, los motoristas que me auxiliaron y los curiosos rieron al unísono.
Por la noche, mientras tomaba café y veía por la ventana de
la sala de estar, me sentí afortunado. Y no solo por mi vida, sino también por
la vida de quién me había golpeado.
Pensé en esa persona ¿qué habría sido de él si me hubiera causado la
muerte? Estaría preso, con la vida destruida. Sí, es cierto, iba distraído y por eso me atropelló, pero
tampoco creo que el tipo haya dicho en la mañana “hoy tiraré a un motorista”
las circunstancias nos colocaron en un momento crítico, y pues nada, esta vez yo tuve suerte de
salir ileso, y él tuvo la suerte de no arruinar su vida.
Ahora, hay dos personas que se conducirán con más cuidado
por la ciudad.
Y cuanto más me preguntan si le guardo rencor, cuanto más tratan de señalar a las autoridades, motoristas o automovilistas, yo sigo pensando que en mi país no hay automovilistas, motoristas, ciclistas o peatones. En mi país hay personas que se mueven como pueden o quieren.
Y cuanto más me preguntan si le guardo rencor, cuanto más tratan de señalar a las autoridades, motoristas o automovilistas, yo sigo pensando que en mi país no hay automovilistas, motoristas, ciclistas o peatones. En mi país hay personas que se mueven como pueden o quieren.
Y solo queda ser
cuidadosos al conducirnos en vehículo, no importa el tipo que sea, y pensar que
si un día nos vamos de este mundo, que sea sonriendo y no guardando rencor a
nadie. Ya lo dijo Walter Mesa de la banda Horcas “¿Por qué debo odiar, si yo no
quiero odiar?”
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