Te ves al espejo y te excita tu propia presencia.
Te sientes un ser único y has llegado a convencerte que
naciste para embellecer al mundo.
Te cansaste de haber dado todo por todos en tu corta vida, y crees que ya es
momento de dedicar el tiempo a ti mismo.
Te emociona consentirte y sientes placer en embellecerte.
Has encontrado un juguete sexual exquisito, pero al rato, el
cuerpo con el que venía ya no te sirve. Debes buscar más juguetes.
Aún no comprendes por qué no te pagan más por lo que vales,
y hasta que no sea así, no mostraras tu verdadero potencial.
Giras con los brazos abiertos, respirando el aire que fue
hecho para ti, si, el mundo gira a tu alrededor.
Te carcajeas y maldices al destino, corres sin control sonriendo
y gastando, pero nunca te diste cuenta, que el manto de los años se pegó a tu espalda.
Te has condenado. La muerte te está esperando hasta el final
de los años, y sabe que al cabo de un tiempo, ahogado en una densa soledad, suplicaras por su llegada.
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