He decidido dejarte. No es fácil, porque te amo, y soñaba morir en tus brazos, pero ahora ha llegado el momento de alejarme de ti, de ya no verte más.
Nos amamos y reímos, también nos disgustamos. Y aunque traté de odiarte, de irme, de olvidarme de ti, tus besos frescos en la noche y tu canto delicado a mi oído, me hicieron regresar a tus brazos, a cobijarme de nuevo en tu amor.
Pero esa manía tuya de hacerme daño; De herirme cuando más seguro me sentía a tu lado, de sorprenderme con tu indiferencia, con tu caos, con tu muerte, con tu ausencia, con tu omisión. Esa forma tuya, incambiable, es la que me obliga a ya no verte más.
Y es que ahora no pienso volver, no pienso darte otra oportunidad, no pienso volver a dejar que me cautives.
Me obligaré a irme lejos, lejos de tus ojos, de tu mirada, de todas esas miradas hermosas que sabes hacer tan bien. Me privaré de sentir tu piel y recorrer tu cuerpo, ya no estaré más dentro de ti, ya no estaré de tu lado.
Y sé, que aunque esté lejos, en el exilio que me auto impondré, no dejaré de amarte, porque tu amor sobre pasa el orden lógico, de mi propia mente, de mi propio corazón. Me seguiré sintiendo, aunque me cueste admitirlo, parte de ti.
Y aunque te ame, aunque te llore alguna noche, ya no podré volverte a ver. Porque estaré lejos, porque ya no podré, aunque quiera, regresar a ti.
Fuiste mi amor, te amé demasiado, pero precisamente por amor, por mi amor, por amor a mi mente, mis manos y mi corazón, me despediré de ti, y jamás te volveré a ver.
Y solo espero que la distancia me borre tu recuerdo, y que ese horizonte infinito que nos separará, me dé un nuevo amor, tan grande y preciado, que al momento de mi muerte, no me haga suspirar por ti.
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