Concentrado en el acecho de su presa, de pronto se vio flotando en un mar de circunstancias que le parpadeaban a su alrededor con destellantes colores que por un momento cegaron su enajenada alma.
Se tumbó sobre su pecho y éste rozó las estrellas que chispearon y su resplandor se hizo visible a millones de años luz de distancia.
Parpadeó deslumbrado, envuelto en el anhelo y las estrellas, pero su mente reaccionó hasta retornar a la presa que por un momento había dormido en su paladar, pero evidentemente al despertar, había huido.
El silencio le abrazó y en sus brazos murió asfixiado por el deseo.
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