El día había iniciado gris y el frío de la noche ya se mezclaba con el calor del día y el humo negro de los vehículos que, en macabra procesión, llevaban a sus ocupantes a celdas de concreto donde ayudarían a construir la destrucción de la vida venidera.
Sin embargo, el loco se suspendió en el aire y escapó al lado contrario del sinsentido y la sin razón. Subió por el cerro hasta que el caos se quedó cubierto por la nube gris, que mientras ascendía, logró ver a la distancia.
Cuando llegó al lugar que lo vio nacer, el sol ya estaba brillando, y el cielo azul le dio la bienvenida. Corrió a los brazos de su gitana y juraron romper sus cadenas y fundirse en el conocimiento del sol y las estrellas.
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