Pasé por aquel lugar dónde un día reímos. Todavía se podía
leer el nombre del bar, en el esperpento de letrero que estaba a punto de caer.
Y mientras el polvo se levantaba para sumarse al que ya hacía
años se había impregnado en aquellas paredes, logré recordar buenos momentos de
jolgorio entre birrias, penumbras y excesos.
La curva terminó, y aquel trucho lugar quedó a mis espaldas, fue entonces, cuando inevitablemente, suspiré, e imaginariamente, brindé a tu salud en donde quiera que ahora estés.
La curva terminó, y aquel trucho lugar quedó a mis espaldas, fue entonces, cuando inevitablemente, suspiré, e imaginariamente, brindé a tu salud en donde quiera que ahora estés.
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