Siempre te llamas igual, no
importa en el lugar donde estés, siempre eres la misma, siempre fuiste tú.
Te adornas con un lacio brillante, o unos rizos exquisitos, fuiste
morena, rubia o peliroja, eres lo que te de la ganar ser.
Siempre ríes, aunque llores en la oscuridad, y tu mirada directa,
se clava con firmeza invitando a sucumbir.
No tienes edad, ni religión, eres perfectas por unas horas,
y en coqueta carcajada, invitas a olvidar la realidad.
Eres la hija de Aidin, y reina del presente. Y aunque sabes que el amor te dio la espalda, y tu adiós será siniestro, te acabas ese trago, y te lanzas a cazar.
Eres la hija de Aidin, y reina del presente. Y aunque sabes que el amor te dio la espalda, y tu adiós será siniestro, te acabas ese trago, y te lanzas a cazar.
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