Acostado, escuchó cómo poco a poco la lluvia anunciaba su
llegada. Descendiendo desde los árboles,
hasta el techo de su casa; y en ese momento, deseo que el sueño llegara
inmediatamente y la borrara para siempre de su mente.
La noche era oscura, pero a través de las gotas que tímidamente
golpeaban en los cristales de su ventana, él podía ver claramente sus ojos, sus
labios, inclusive, podía sentir sus caricias.
Recordó su sonrisa y su figura, recordó su aroma y recordó
sus promesas. Recordó su amor bajo la lluvia, en esa noche de un agonizante
julio.
EL sueño tardó en llegar, pero en su cobijo, suavemente lo despojó de su romántica agonía; se llevó su recuerdo, se llevó el deseo de volverla a ver, pero sobre todo, se llevó esa extraña sensación de anhelar amar a quien ya no puede regresar del silencio.
EL sueño tardó en llegar, pero en su cobijo, suavemente lo despojó de su romántica agonía; se llevó su recuerdo, se llevó el deseo de volverla a ver, pero sobre todo, se llevó esa extraña sensación de anhelar amar a quien ya no puede regresar del silencio.
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