Y tú, reías a carcajadas mientras contaminabas su interior
con tu maldito veneno.
Pero nosotros decidimos plantarte cara y luchar.
Ella cayó herida porque tu primer golpe fue duro. Pero le
ayudé a levantarse y siguió luchando.
Jugaste muy bien, porque sabías que el segundo golpe le
dolería. Pero no cantabas con algo, y es que nuestro amor es mucho más duro que
un par de cabellos.
La tiraste cuatro veces y cuando estaba a punto de rendirse
encontramos más armas para pelear y entonces, se levantó con veinticuatro manos
para pelear. La golpeaste nueve veces más, pero ahora, nosotros, como una
legión, resistimos el ataque.
Te enfureciste como nunca y tu último
intento fue grotesco. Lo reconozco, nos lograste sacar una lágrima, pero te
informo que la vida late en el corazón, y no en músculo por encima de él.
No triunfarás, lucharemos hasta vencer.
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