Pasé fugaz por las filas de autos grises y gente fastidiada por
la desilusión.
Inmersos en su soledad, se quejaban de la vida y execraban a su alrededor.
Uno de ellos, alzó la voz y maldijo mi existir.
Pero yo no me enteré.
Porque para ese momento, tres corazones le habían borraron de mi ser.
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