En esta soledad auto impuesta, de pronto, sin quererlo, te
apareciste en mi mente. Si, justo como te recordaba: Sonriente, completamente
demente, así, natural. Y por unos segundos mi mente me traicionó y regresé a
aquella cama ajena que un día nos vio amarnos. Recordé tu olor, recordé tu
piel, recordé tu amor. No, el olvido a veces no hace bien su trabajo.
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