De pronto, toda la realidad se me vino encima. Así, sin
escape, sin tener a dónde huir, sin un lugar dónde esconderme, sin saber
exactamente qué hacer.
Veo a mi alrededor, y contemplo un espacio amplio, con
pequeños rinconcitos de soledad, con cosas que recuerdan momento, momentos de
un pasado feliz, un pasado donde estaba completamente consiente que era feliz.
Y es que este lugar me vio venir con temor, y luego, me vio tener fe,
me vio reír, llorar, preocuparme, carcajearme escandalosamente.
Pero también me
ha visto deprimido, triste, al punto de la desolación. Si, este lugar sabe de
mí, y yo de él. Este
lugar, es parte de mí.
Pero la realidad se me ha venido encima, con la muerte a sus
espaldas, esperando que cometa un error para arrebatarme a los que amo, o
arrebatarme a mí de ellos. Y por eso debo dejar este lugar, para concentrarme
en vivir, esperar en el encierro, y apostar por vivir.
Y no puedo imaginar cómo será este final, porque nadie puede
forzar al destino, y nadie puede frenar a la realidad. Lo único que me puedo
asegurar, es que lejos de este lugar, plantaré cara a la realidad, y daré mi vida a la muerte si
fuera necesario, todo, para asegurar a los que amo un nuevo lugar, donde puedan ver el amanecer, en la futura
realidad.
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