Tipo de infección:
Covid-19
Cepa: Ómicron
Fecha de auto
confinamiento: de 21/1/2022 a 04/2/2022
Paciente con enfermedad
autoinmune: Artritis Reumatoide
Sospecha de infección:
Trabajo. No hubo certeza científica
Antecedentes
Miércoles 12 a domingo
16 trabajo desde casa, no salí ni a la puerta.
El lunes 17 de enero
fuimos con mi esposa a administrarnos la vacuna de refuerzo a un centro de
vacunación. Lugar ventilado, poca afluencia de personas, todos los presentes
con mascarillas. Nosotros con mascarilla KN95, careta y con gel antibacterial. Regresamos a casa felices de tener el refuerzo aunque estábamos conscientes que la protección se completaría dentro de unos 20 días.
El contagio
Martes 18 de enero. Me
tocaba ir a trabajar presencialmente. Como todos los martes, me levanté a
regañadientes, porque tengo un trabajo de oficina, que consiste en revisar
Proyectos de graduación, y que se comprobó en esta pandemia, se hace mejor desde
casa.
Seguía quejándome con mi esposa del
porqué debía viajar 56km para sentarme en una oficina a hacer lo mismo que hago
en casa. ¿No te afeitaras? Me interrumpió mi esposa tratando de desviar el
tema, pero yo estaba molesto y le dije que no. Ya llevaba dos semanas de no
afeitarme y aunque sabía que con barba las mascarillas no sellan bien, decidí
irme así.
Me coloqué una mascarilla quirúrgica nueva, el caso integral y me fui
en moto al trabajo. De hecho gocé el camino, no había
embotellamientos y el recorrido fue muy fluido, de hecho, no hice ningún
semáforo.
Al llegar al
estacionamiento del trabajo (sin gente alrededor y en lugar al aire libre) me
quite el casco y luego la mascarilla quirúrgica, la metí en una bolsa plástica para tirarla en
el primer basurero que encontrara.
Cuando iba a desinfectar el
casco me di cuenta que no llevaba el atomizador de alcohol etílico que suelo llevar, y tampoco llevaba la mascarilla que usaría de regreso. Por estar renegando los olvidé en casa.
Sabía que había cometido un error.
Con las manos sin
lavar, abrí la bolsa dónde se encontraba la mascarilla KN95 que iba a usar en
la oficina y me la coloqué en el rostro. Luego,
saqué la careta, me la coloqué y me dirigí a las instalaciones.
Dentro de las
instalaciones del trabajo, lo primero que hice fue pasar al baño a lavarme las
manos con jabón y agua. Con el codo saqué papel para limpiar mis manos y sin
tocar nada, tiré el papel en el lugar destinado, ya he ido tomando la maña de
cómo hacerlo.
En la oficina saludé a
la secretaria de lejos, me quité la careta y estuve buscando el lugar que a mi juicio estuviera más limpio para dejarla. Como no llevé el atomizador tuve que dejarla
donde pude. Tampoco pude rociar el escritorio, el teclado ni ratón (La
computadora es de uso común).
Al terminar la jornada
laboral, me coloqué nuevamente la careta (sin limpiarla) y salí de la oficina.
Pasé al baño y me lavé las manos con agua y jabón. Me topé con algunas personas
con las que solo compartimos un saludo, pero luego me encontré a una persona
con la que hable unos 20 minutos. Debo ser sincero, en algún momento de la
conversación, no respeté el distanciamiento de los 2 metros, pero me sentía seguro por portar mascarilla y careta. Al llegar al
estacionamiento sabía que no tenía mascarilla para manejar de regreso, así que solo
me ajusté la misma mascarilla KN95 que
usé en la oficina y me fui a casa.
Afortunadamente antes
de entrar a la casa, hay una pequeña bodega dónde tenemos por costumbre pasar a
desinfectarnos, así que sabía que ya al entrar a casa, estaba libre de virus, o
al menos eso era lo que yo creía.
Miércoles 19 y jueves
20 estuve sin síntomas.
Los primeros síntomas
Viernes 21 de enero.
Inicié clase a las 7:00 y sentí una molestia en la garganta, pero no le tomé
importancia asumiendo que se debió al esfuerzo que hice al hablar en clase. A
las 10:00 la pequeña molestia de la garganta se acompañó de un leve dolor de
cabeza. Le informé a mi esposa que sentía dos síntomas que pueden apuntar a
Covid, así que por precaución empecé a utilizar mascarilla, me alejé de la
familia y abrimos todas las ventanas de la casa para ventilar los ambientes.
Para las 15:00 el dolor de cabeza era marcado, el dolor de garganta empezó a
aumentar y se produce la primera tos. Tomé la decisión de auto aislarse en un
cuarto con baño propio como precaución.
Sábado 22 de enero. Me
desperté con fiebre y el dolor de garganta era más grande. Tenía tos y dolor de
cuerpo. Me coloqué una mascarilla KN95, careta y fui a dos centros de atención para hacerme una prueba de Covid
gratuita, pero los centros estaban saturados. Sin éxito y con un malestar muy
grande en el cuerpo, me comuniqué con un centro privado para hacer la prueba al
día siguiente. En la noche del sábado todos los síntomas están claramente
intensos. Estoy convencido de que tengo Covid. Busco información y por los
síntomas, apunta a la variante ómicron.
Para ese momento ya habían sonado todas las alarmas en casa. Afortunadamente los más de dos años de
pandemia y los covid psicológicos que todos los integrantes de la familia pasamos,
nos han enseñado qué hacer, por lo que el aislamiento mío y las precauciones de
parte de mi familia ya se están llevando a cabo: Desinfección y ventilación de ambientes, todos con mascarilla dentro de casa y yo completamente aislado. Recibiendo comida en platos desechables.
Domingo 23 de enero. Me
levanto con fiebre, dolor de cuerpo, dolor de garganta, tos y un dolor de
cabeza insoportable. Me voy a hacer el hisopado solo. Aunque mi esposa insistió en acompañarme, me negué para evitar el contagio.
El resultado es positivo.
Me comuniqué con
mi médico de confianza y me proporcionó los medicamentos a tomar. Me recomendó vigilar mi oxigenación y temperatura y avisarle si los síntomas empeoran.
Los días duros
Lunes 24 de enero. Debo
dar clases así que me levanto con fiebre y dolor de cuerpo, pero lo único que
puedo hacer es grabar un mensaje a mis estudiantes y vuelvo a dormirme. El día
transcurrió con ataques de tos, dolor intenso de garganta, dolor de cabeza,
secreción nasal y dolor intenso de cuerpo, muy intenso.
Para el medio día, tengo un dolor de cuerpo muy fuerte. Logro reconocer que junto al Covid, tengo una crisis de artritis reumatoide. Me es muy difícil estar de pie. Paso la
noche en vela.
Martes 25 de enero. El
dolor de cabeza es fuerte y el dolor de garganta está bajando, me siento
agradecido por eso, pero fatal por el dolor de cuerpo. En la noche no puedo respirar fácilmente, me
incorporo para tomarme la oxigenación y los niveles han bajado a 89 con una
frecuencia cardíaca de 128. Sé que debo hablar con mi médico, pero estoy
aturdido y me siento muy cansado así que asumo que me volví a dormir.
Miércoles 26 de enero.
Me despierto de golpe y asustado. De inmediato tomé la oxigenación y veo que tengo 91 y la frecuencia
ha bajado a 100 ya no sé si leí bien la noche anterior, si fue pesadilla o la
fiebre me jugó una mala pasada, pero sea como sea, me siento feliz de estar
vivo. Tomo la temperatura y estoy en 37.3 lo que para mí es una victoria. El
dolor de garganta ha bajado mucho y los ataques de tos ya no son tan
frecuentes. Aún tengo dolor de cuerpo, así que paso en cama todo el día.
Estoy preocupado por
los pendientes del trabajo, me siguen escribiendo y preguntando, pero no puedo contestar, me vuelvo a recostar y me dormí.
Se ve el horizonte
Jueves 27 a sábado 5 de febrero. Empiezo a dormir bien, la oxigenación y temperatura empieza a estabilizarse. Hay cansancio en las actividades que hago en mi aislamiento, pero considero que es el proceso de recuperación. Los ataques de tos son menos frecuentes y el ánimo empieza a subir.
La recuperación
Sábado 5 de febrero. Salgo del confinamiento y me hago un examen para determinar que salí negativo a Covid-19. Oficialmente la infección ha pasado.
La tos es cada vez menor, de hecho ya casi esporádica, la temperatura está normal y la oxigenación se mantiene a 94 con un promedio de 89 de ritmo cardíaco. Sin embargo, persiste el cansancio y en momentos siento una sensación de falta de aire. El médico dice que son efectos secundarios del Covid.
Las secuelas
Han pasado ya casi dos meses del episodio del Covid y a la fecha ya no hay tos, y solo a veces se siente ese cansancio que te recuerda que un día estuviste enfermo. De ahora en adelante solo queda hacer ejercicio, alimentarse bien y seguir con los cuidados de forma constante para no ceder en próximas variantes.